Entrevista

Teatro Callejero: un arte de resistencia

Teatro Callejero es la respuesta a la ausencia de apoyo gubernamental hacia algunos grupos que no tienen sala, pero que de una u otra manera necesitan hacer teatro, por lo que escogen la calle como una alternativa. Francisco Antonio Henao Velasco, licenciado en Arte Dramático por la Universidad del Valle, dramaturgo de Teatro Callejero y director del Grupo de Teatro Experimental Latinoamericano de Cali (GRUTELA), nos habla acerca de Teatro Callejero.

Por: Diana Paola Arboleda Mancilla
Estudiante de Licenciatura en Literatura, Univalle

Foto: Cortesía GRUTELA.

Cuenta Francisco que hacia el año 1950 nació Teatro Callejero (TC), como una expresión estética emergente de la época del happening, living y environment; un momento histórico de resistencia y rebeldía contra el “imperio americano”. En Colombia surgió como el “teatro de guerrilla”, que eran 5 o 10 minutos de escena con el fin de transmitir un mensaje, luego, los actores se escabullían porque de una u otra manera corrían el riesgo de ser detenidos y desaparecidos.  Así nació esta forma de arte dramático. Escoger los espacios abiertos como una manera de ejercitar la creación teatral es una respuesta a un momento histórico.

Ellos, como teatreros de calle, fueron producto de una época difícil, comenta Francisco, pero también de una motivación muy grande que fue la Corporación Colombiana de Teatro, los movimientos independentistas y el Teatro Libertario: “Eso fuimos nosotros y seguimos siendo. No existe teatro sin inspiración política, no existe el teatro si no se cuenta, se narra o se muestra como una manifestación completamente política-libertaria, fundamentalmente libertaria para la poesía y los poetas”, afirma Francisco.

“Debemos tener en cuenta”, prosigue, “que una obra no puede ser un panfleto, una consigna política, un mensaje político directo, sino que el teatro requiere algo más. Como dice Bertolt Brecht, es una de las escenas y en tiempos difíciles el arte tiene que volverse poesía. Así somos nosotros. Extendemos las épocas de manifestación nuestra, pensando en la poesía, pero la poesía es una nueva forma de ver la vida, una nueva forma de vivir, de pensar, de ver la realidad, pero también una nueva manera de contarla y es por medio metafórico análogo”.

Para Francisco, el proceso de TC en Colombia no fue tímido, sino extremadamente libertario. El TC lo iniciaron en Bogotá varios grupos, entre ellos el TECAL; el Teatro Taller de Colombia; el Teatro Acto Latino, al igual que el grupo GRUTELA, dirigido aquí en Cali.  Se hacía teatro de expresión libertaria y se sufrieron las consecuencias de la intimidación, las cuales fueron la cárcel, las golpizas y los intentos de desaparición. 

Los teatreros deben considerar el teatro callejero como una expresión artística, igual que el teatro de sala, de títeres, de mimo, de marioneta. Somos una expresión importante para no adornar las calles, sino para hacer de la calle una nueva posibilidad de encuentro, de reflexión, de entender nuestra identidad y la identidad latinoamericana.

“Estas consecuencias también se dan a nivel de la corporación. Hay golpes a la Corporación Colombiana de Teatro y al mismo teatro. En nuestro grupo siempre estuvimos presentes en las calles sin cobrar un solo peso, recibiendo lo que la gente ofrecía, lo que la gente nos daba, pero el Estado nos fue asfixiando, nos fue quitando la libertad, nos fue matando la posibilidad de soñar, y hasta el momento empezamos a darnos cuenta que para hacer una actividad escénica nos toca pagar una cantidad de impuestos que suman más o menos tres millones de pesos”. 

Por esta razón, Francisco asegura que el teatro callejero requiere pactar lo que no se ha podido en años, es decir, concertar una plaza dónde ensayar, porque soñar la poética de la calle y en ella es un cuento diferente al trabajo que podemos hacer en la sala.

Todas las artes le ofrecen al individuo la satisfacción por el trabajo realizado, y el público recibe la pieza en sí, ya sufrida y lista para el disfrute. Pero ¿qué aporta concretamente el TC a la comunidad?

Francisco Antonio Henao Velasco, licenciado en Arte Dramático por la Universidad del Valle, dramaturgo de Teatro Callejero y director de GRUTELA.
Foto: Cortesía GRUTELA.

El director Henao afirma que el TC le aporta a la comunidad desarrollo de pensamiento. “El teatro hay que entenderlo como una parte de desarrollo del pensamiento creativo, es la fracción motivadora a la creación de un nuevo público que debe reflexionar, pensar y compartir no solo en el sueño realizado en escena, sino en todas las motivaciones que existen en ese momento: las relaciones con los públicos, la relación de la música, los espacios, la alternativa de la identidad regional, la creación poética y la solución de conflictos en escena como poesía”.

Para Francisco, la palabra poesía es muy grande porque ya no puede pensar de otra manera. El pueblo colombiano y los pueblos latinoamericanos siempre han venido pensando y siguen pensando en poesía. Prosigue: “Comprendamos que el lenguaje, su desarrollo y el de la explicación de los diversos mitos de existencia, siempre fue por medio de la poesía”.

“Si vemos los relatos existentes que narran las diferentes vivencias y expresiones de los pueblos, nos damos cuenta que son escritas casi que en poesía. En los pueblos precolombinos también está la poesía: está la náhuatl, la inca y la chibcha, que también fueron explicaciones poéticas. Es decir, el mito de creación, el mito de iniciación y los diferentes mitos son actos poéticos del hombre que establecen una relación con la naturaleza y la realidad. América tuvo su teatro, y su expresión la tuvo en el mito como acto simbólico que obliga a tener la condición y la capacidad de pensarlo, reflexionarlo, leerlo, reescribirlo y mostrarlo para encontrar elementos simbólicos profundos no solo de nuestro lenguaje, sino de nuestras vivencias”.

Es difícil hacer teatro callejero porque aún la gente está amarrada, aún la gente no sueña, no se siente inspirada a estar libre en la calle creando textos sin ningún temor. Tenemos en cuenta que la historia de tantos siglos de nuestras comunidades fue la historia de la opresión.

Según Francisco, el TC le apuesta a la libertad. “Somos seres libertarios, somos gente que no solo desde la estética, sino desde la educación, queremos generar expresión abierta no solamente del público, sino de los participantes y de los músicos; una expresión abierta que genere reflexión permanente de los aconteceres, de los mensajes. Nos preocupa mucho, fundamentalmente, el problema de la pedagogía y la didáctica”. 

“Nuestro país está muy atrasado en la educación, precisamente porque no ha generado ni consolidado unos modelos pedagógicos que ayuden a las comunidades, que ayuden a los colegios, que ayuden a la calle a un reflexionar permanentemente sobre el proceso de la democracia. Nosotros somos luchadores de la democracia y en este juego de la poética, la poesía y la libertad, apuntamos al desarrollo del pensamiento del sujeto para que tenga la condición y la capacidad compleja de análisis, y pueda realmente construir explicaciones abiertas y organizadas de esa realidad que está compartida con los poetas de la calle”.

Francisco cuestiona el papel de la gente del arte. Nos dice que la gente está muy tímida, muy cohibida, porque nuestro país ha venido haciendo de esta profesión y de las expresiones artísticas elementos de élite, proyectándose solo en ciertos espacios para determinadas personas. “El arte que se intenta hacer en los colegios es un arte miserable, así como el pensamiento de la administración educativa, porque no ha generado la posibilidad de que el arte tenga parte en el proceso educativo; es decir, lo que se plantea con el desarrollo de la neurociencia”.

Prosigue diciendo que el arte es un elemento esencial con igualdad de valores que la racionalidad. “El arte debe estar en la misma posición en la educación como en los países avanzados; debe estar motivando el ejercicio de la poesía y el lenguaje poético de las personas que lo comparten. Aquel que no ejercita el arte, que no tiene pensamiento creativo, no racionaliza”.

Foto: Cortesía GRUTELA.

“Es difícil hacer teatro callejero porque aún la gente está amarrada, aún la gente no sueña, no se siente inspirada a estar libre en la calle creando textos sin ningún temor. Tenemos en cuenta que la historia de tantos siglos de nuestras comunidades fue la historia de la opresión. Por eso, cuando uno está en el proceso formativo, hasta los mismos directores se vuelven opresores obligando a que la gente haga lo que ellos quieren, mas no lo que el actor necesita crear para liberarse. El teatro es una eyaculación que parte del lenguaje de la poesía, del espacio, de la libertad, del cuerpo y el arte de ocupar. Nosotros somos ocupas, y ocupamos desde el acto libertario la inspiración permanente con un público que es nuestra inspiración para hacer poesía”.

Francisco pide que sus palabras sean escuchadas por el Gobierno, quienes plantean un nuevo concepto de cultura. “Los teatreros deben considerar el teatro callejero como una expresión artística, igual que el teatro de sala, de títeres, de mimo, de marioneta. Somos una expresión importante para no adornar las calles, sino para hacer de la calle una nueva posibilidad de encuentro, de reflexión, de entender nuestra identidad y la identidad latinoamericana”.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba