Perfil

Heriberto Fiorillo: tras los pasos de un auténtico Quijote caribeño

Hablar de Heriberto Fiorillo implica navegar a través de la historia cultural colombiana durante los últimos cuarenta años. Dentro de su obra escrita se destacan títulos como Arde Raúl, La Cueva, Nada es mentira, Cantar mi pena y La mejor vida que tuve. A raíz de su pasión por el cine ha elaborado guiones y dirigido producciones audiovisuales como Ay, Carnaval; Aroma de muerte y Amores ilícitos

Por: Alejandro Alzate

Heriberto Fiorillo, escritor, guionista, cineasta y gestor cultural colombiano.
Foto: contextomedia.com

I. La vida es una película

Heriberto Fiorillo, comunicador social de carrera, es uno de esos hombres que no puede quedarse quieto. De ello dan cuenta los muchos y muy variados trabajos en los que se ha desempeñado a lo largo de su vida. Cuenta la leyenda, para poner el asunto en los términos narrativos que tanto le gustan, que en 1970 empezó a escribir profesionalmente. El Heraldo y El Espectador fueron los diarios en los cuales se estrenó como redactor de “crónicas, reportajes y entrevistas”. La mencionada década trajo aprendizajes importantes; aprendizajes en los que el conocimiento de la cocina de la escritura, aludiendo al mítico texto de Daniel Cassany, le permitieron ir perfilándose como uno de los más importantes cronistas del país.

A la par que la escritura iba puliéndose cada vez más, apareció otra de sus grandes pasiones: el cine. Es por eso que en 1980 empezó una fructífera carrera como guionista. Aroma de muerte y Ay, Carnaval fueron sus primeras aproximaciones al fascinante mundo de los cortos y los mediometrajes argumentales. Fueron los años de Nueva York y los premios en el Festival de Nantes; de Pacho Bottía y Serguei Soloviev con Los Elegidos.

Era tal el talento que tenía el por entonces joven Fiorillo, que pronto llegaron los reconocimientos. En 1985 obtuvo una mención de honor en el Concurso Nacional de Guiones que realizaba Focine. Garabato, un largometraje, fue el trabajo que le valió el encomio de la crítica. Una vez idos los nostálgicos años 80, llegó cargada de proyectos la caótica y explosiva década del 90; vinieron producciones como Talento, la cual escribió y dirigió. Posteriormente, apareció Amores ilícitos, primera entrega de un proyecto que hacía parte de De amores y delitos, una idea original de Gabriel García Márquez.

Más allá de estos datos duros, que poco permiten inferir sobre el significado que tuvo —y tiene— el cine para Heriberto Fiorillo, cabe resaltar que el séptimo arte ha cumplido un papel edificante y trascendental en su vida. Contar historias mediante imágenes, dice el caribeño de lentes negros y hablar musical, ha sido para él una reivindicación de las cosas sencillas; una reivindicación de aquello que no tiene que ser espectacular o necesariamente trágico para conmover o persuadir a un auditorio, a una comunidad.

Como puede colegirse cuando se indaga por este personaje, la televisión y el cine han sido, en últimas, excusas para volver a la vida valores culturales rezagados por los embates de los medios y la publicidad. La televisión, el cine y la escritura han sido vías expeditas para volver a contar historias queridas y recordadas, en algunos casos, o para fabricar nuevas, en otros.

Cuenta la leyenda, para poner el asunto en los términos narrativos que tanto le gustan, que en 1970 empezó a escribir profesionalmente. El Heraldo y El Espectador fueron los diarios en los cuales se estrenó como redactor de “crónicas, reportajes y entrevistas”.

II. La escritura, la música y el mundo como canción

Heriberto Fiorillo ha escrito prácticamente de todo. Así lo permite entrever un rápido repaso a sus publicaciones. Antes de comentar brevemente algunas de ellas, diremos que sus preocupaciones culturales son variadas y absolutamente sui generis. Siguiendo el pensamiento del bardo argentino Jorge Luis Borges, Fiorillo no se debe a una sola tradición. Es por eso que salta del espinoso tema de la legalización de las drogas a El Padrino o a Leandro Díaz. Los asuntos a tratar se suceden uno tras otro con la naturalidad propia de quienes tienen muchas inquietudes en la cabeza; las reflexiones hechas texto se le presentan al lector para invitarlo a disfrutar del placer de pensar, algo cada vez más efímero en esta modernidad líquida.

Entrando, pues, en materia, he de decir que me ha llamado la atención la referencia que el barranquillero hace de la música popular mexicana en Noticias de corrido. A lo largo del texto se exalta la figura insigne de quien fuera, en sus palabras, “el más grande compositor de música ranchera de todos los tiempos”: José Alfredo Jiménez. De este cantante y compositor naif, natural de Dolores Hidalgo, Guanajuato, dice Fiorillo algo certero: “compuso más de mil canciones, en especial, rancheras”. No está demás señalar que también hicieron parte de su obra cientos de huapangos y corridos. No obstante la extensa alusión a Jiménez, no se quedó sin mención otro grande: Víctor Cordero Aurrecoechea, quien se hizo famoso “gracias a las historias [que contaban] corridos como Juan Charrasqueado”.

Fiel al legado del investigador cultural y a su propio quehacer como gestor, Fiorillo desentraña en la memoria colectiva el valor sentimental y los significados que tienen los ídolos populares; tema sobre el cual reflexionó in extenso el también mexicano Carlos Monsiváis en Aires de Familia: cultura y sociedad en América Latina. También es destacable el desborde de los límites de lo convencional y lo canónico; es decir, Noticias de corrido alarga sus brazos de tinta para llegar hasta la formidable y actual Lila Downs, cantante multipremiada que reivindica sus raíces y va del español y el inglés al mixteca o al zapoteca, incluso al náhuatl.

Heriberto Fiorillo recibiendo la medalla al mérito cultural por parte del Ministerio de Cultura por su apuesta para acercar las expresiones culturales a los ciudadanos.
Foto: Luís Rodríguez Lezama. Tomada de: elheraldo.co

Continuando con la indagación que Heriberto Fiorillo ha hecho en torno a los ídolos populares y la música, es preciso revisitar Pachanga no es charanga, un texto que da cuenta de la vida y obra de Joe Quijano. De este sonero, nacido en Puerta de Tierra, Puerto Rico, dice nuestro gestor cultural que “en 1948 fue bongosero del quinteto The Mamboys from Banana Kelly Street, surgido en el Bronx, con colegas como Eddie Palmieri y Orlando Marín”. 

Lo interesante de esto, por demás muy bien narrado en el original, es que motiva a la preservación de la memoria cultural afro-latino-caribeña en sí. Las preocupaciones culturales exhibidas son un saludo, un guiño a la gran literatura del Caribe urbano que ha explorado el tema de la sensibilidad popular a partir de la salsa, la plena, la charanga y, cómo no, los boleros y los boleristas como Daniel Santos.

A modo de coda, no podría dejar de hacerse hincapié en un pequeño pero justiciero acto: el texto esclarece, justamente, que pachanga no es charanga. Sobre este bizantino debate plantea el currambero: “la verdad, Quijano no generó la inquietud, sino más bien despejó la confusión con La Pachanga se baila así, desde su título. Porque la gente confunde el grupo intérprete con el ritmo musical y viceversa. Creen que charanga es pachanga, dijo, y aclaró el portorriqueño: una charanga es la orquesta que está de moda, y una pachanga es el baile que se baila ahora”.

Contar historias mediante imágenes, dice el caribeño de lentes negros y hablar musical, ha sido para él una reivindicación de las cosas sencillas; una reivindicación de aquello que no tiene que ser espectacular o necesariamente trágico para conmover o persuadir a un auditorio, a una comunidad.

Desde otra orilla, esta vez nacional, la alusión a Leandro Díaz, guajiro, ciego y genio, si de la composición de vallenatos hablamos, permite conocer cómo se subliman el descuido y la malquerencia para hacer cosas hermosas. En el caso de este juglar nacido en Barrancas, en 1928, la música fue la única opción para sobrellevar el abandono de sus padres. A lo largo del texto, Heriberto Fiorillo cuenta la historia del compositor con una objetividad que no deja de asaltar los predios de la comunicación emotiva. Vuelven a la memoria canciones como “Matilde Lina”, “Adelante”, “Diosa coronada” o “Solo fuiste un accidente”. Vuelven a la memoria las voces de cientos de cantantes que en Colombia han inmortalizado sus canciones. Vuelven las imágenes del Caribe, de los espejismos que causa el calor agobiante y, cómo no, de las etílicas noches de bailanta. 

III. El reconocimiento a toda una vida en favor de la cultura

No podríamos concluir la escritura de estas páginas sin decir que, en 2021, el Ministerio de Cultura de Colombia exaltó la invaluable promoción que del cine, la literatura y el teatro ha hecho Heriberto Fiorillo en el país. Concretamente, se le entregó la medalla al mérito cultural; una distinción creada, como bien lo registró el periódico El Espectador, “con el objetivo de reconocer el esfuerzo de personas e instituciones artísticas por acercar las artes […] a la ciudadanía”.

El reconocimiento, más que loable, es una oportuna retribución a la labor descentralizadora de este gestor cultural. La metodología de trabajo que el creador de Aroma de muerte y su equipo han seguido no ha sido simple, pero sí muy efectiva. En ese sentido, resulta destacable que, con La Cueva por Colombia, uno de los tres programas relacionados con el mítico café La Cueva de Barranquilla, se “recorra el país contando anécdotas sobre la historia […] del Grupo”. Asimismo, el Premio Nacional de Cuento La Cueva busca dar a conocer el trabajo de las nuevas generaciones de escritores y escritoras de diferentes regiones del país. En tercer lugar, el Carnaval Internacional de las Artes ha reunido y reúne importantes intelectuales y personalidades del mundo de las artes en sus diversas expresiones.

No huelga compartir, para terminar, las palabras que el propio Fiorillo concedió en virtud de su reconocimiento hace dos años: “este es un premio al trabajo que he desarrollado desde la literatura, el cine, el teatro y las artes en general. Este es un reconocimiento a un trabajo de ciudad y representa el esfuerzo desarrollado en pro de la cultura, no solo de Barranquilla, sino del mundo”.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba