La feminidad hecha música: La Big Band Fem o la salsa en clave de mujer
La incursión de las mujeres en la música en general, y en la salsa en particular, no es nueva. Basta recordar, en el contexto anglófono del jazz, el soul y el R&B, las inigualables voces de Ella Fitzgerald, Aretha Franklin, Esther Phillips o Nina Simone. Dentro del panorama afrolatino son de obligada mención Celia Cruz, Choco Orta y Jenny Valdés. Si hacia Colombia se mira, Diana Vargas, ex vocalista de Son de Azúcar, ha sido una de las cantantes de salsa más reconocidas y una de las que primero abrió el camino para que ellas, las mujeres, llegaran en firme a un mundo que tradicionalmente fue masculino.
Por: Alejandro Alzate
I.¡Un, dó, tré, cuá…arrancamos!

Foto: Tomada del perfil de Facebook de la cantante Alejandra Triviño.
Históricamente la salsa ha sido, más que un género en sí, una mezcla de géneros de matriz africana que le cantan al barrio popular y a sus gentes; a sus requiebros ancestrales y a las esquinas donde transcurre la vida en medio del azar, el pleito y la añoranza de un futuro mejor. En tanto música con fuerte arraigo en América Latina y el Caribe urbano, esta expresión sonora ha fortalecido los vínculos relacionales de las comunidades emergentes y les ha prodigado una voz que la oficialidad ha negado de manera consuetudinaria. Conscientes de ese carácter poderoso que construye sociedad, memoria e identidad, Cristóbal Díaz Ayala, César Miguel Rondón, Alejandro Ulloa Sanmiguel y Ángel Quintero Rivera, entre muchos otros, se han interesado en conocer, investigar y documentar la dimensión sociológica de la salsa y sus matices políticos, civiles y, desde luego, culturales y raciales.
Si del contexto caleño se trata, es preciso mencionar que, desde los años 60, la ciudad ha sido un punto de referencia y visita obligada para diferentes cantantes y agrupaciones.
El proceso de recepción de la salsa en Cali ha sido tan importante como el acontecido en Harlem o el Bronx. Es por eso que la capital del Valle se considera –o se consideró– uno de los epicentros o circuitos más importantes dentro del contexto salsero internacional. Desde esa perspectiva, los años 80 vieron el nacimiento del multipremiado Grupo Niche. Bajo la dirección del maestro Jairo Varela, esta agrupación evidenció no solo el talento de los músicos locales, sino la calidad estética de unas líricas que no cayeron en la fórmula fácil de erotismos forzados –y bobalicones– o mensajes carentes de espíritu y contundencia.
La Big Band Fem combina lo mejor del golpe de la salsa dura con toques de jazz y músicas populares colombianas y latinoamericanas. Su sonido es alegre y da cuenta de la pasión que hay en cada nota que se toca y en cada fraseo que ejecuta la vocalista Alejandra Triviño.
Durante la misma década, Guayacán Orquesta, bajo la dirección del compositor, cantante y multi–instrumentista Alexis Lozano, continuó afianzando la creciente exportación de la salsa colombiana por el mundo. Así las cosas, se sentaron gradualmente las bases para que se abriera pista a otras agrupaciones nacionales en importantes eventos y festivales mundialmente reconocidos. Como era de esperarse, y a raíz del importante legado forjado por Varela y Lozano, llegaron fortalecidos pero también renovados los años 90; década en la que el arraigo de la narco-cultura modificó las dinámicas de vida en Cali y ponderó aún más el frenesí por la rumba, la noche, el lujo y los excesos. De acuerdo con algunos estudiosos de la salsa en Cali, como Orlando Montenegro y Umberto Valverde, los 90 trajeron consigo la participación activa de las mujeres en la industria de la salsa. Agrupaciones como Son de Azúcar, Canela, D´ Caché o Yerbabuena, por mencionar algunas, despuntaron en el panorama musical de la capital vallecaucana y obtuvieron importantes reconocimientos nacionales e internacionales.

Foto: Tomada del perfil de Facebook de la cantante Carmen González.
II. La Big Band Fem y la continuación de una historia
Hablar de salsa hecha por mujeres implica mencionar a quienes han estado acompañando los procesos de conformación y consolidación de orquestas. En ese sentido, han sido relevantes los aportes hechos por personas como Mónica Castro, docente de la Universidad del Valle, y el productor José Aguirre. En el caso de la primera, su empeño se ha concentrado en torno a Son Mujeres, una agrupación que reúne en sus filas a varias ex integrantes de Son de Azúcar. En el caso de Aguirre, su acompañamiento ha sido fundamental para que La Big Band Fem consolide tanto su sonido como su afianzamiento en el panorama salsero nacional e internacional. Pero… ¿a qué suena y cómo es La Big Band Fem?
La Big Band Fem combina lo mejor del golpe de la salsa dura con toques de jazz y músicas populares colombianas y latinoamericanas. Su sonido es alegre y da cuenta de la pasión que hay en cada nota que se toca y en cada fraseo que ejecuta la vocalista Alejandra Triviño.
La orquesta, que recientemente hizo parte de la programación con la que el Ministerio de Cultura celebró el Día de la Independencia, tiene una energía vigorosa y un performance que, en tarima, conecta inmediatamente con el público. Los registros de sus actuaciones dejan entrever que las 28 integrantes de la agrupación son, además de excelentes instrumentistas, mujeres que le cantan a la esperanza y a la belleza de la vida, al folclor y a las raíces africanas que han hecho de la música afrolatina un canto de resistencia, un dispositivo de lucha.
De La Big Band Fem se destacan sus potentes vientos y su sección de percusión que siempre evoca la cadencia africana. En el marco de la celebración del mencionado Día de la Independencia, unos y otros, vientos, tamboras, bongós, timbales y congas; trompetas y flautas traversas, impregnaron el ambiente con una energía que ni siquiera el inclemente aguacero que cayó sobre Buenaventura, ciudad en la que se presentó la orquesta, pudo menguar. Esa noche, llena de sombrillas y finos proyectiles de agua que dejaban entrever las luminarias dispuestas para engalanar el espectáculo, se vivió uno de los mejores eventos de los últimos tiempos, uno en el que se disfrutó al compás de melodías y pregones a veces calmos, a veces alborotados. Queda, pues, servida la mesa para que las orquestas femeninas sigan mostrando su talento y renovando el panorama musical de una ciudad como Cali, siempre tan dispuesta al baile y al jolgorio. Larga vida a La Big Band Fem, a la Magic Band, a Las Guaracheras y a todas aquellas agrupaciones que están listas para saltar a los escenarios.

Foto: Tomada del perfil de Facebook de la cantante Alejandra Triviño.