Evento

Emociones privadas: de Rosa María Bosch a Manuel Zapata Olivella

La escritora Mariela Zuluaga, en conversación con la abogada y directora del Instituto Caro y Cuervo, Carmen Millán, gestaron un diálogo platónico en torno a la vida de Rosa María Bosch, esposa y compañera de partos de Manuel Zapata Olivella; en la cual se desdobla una vida de grandes gestiones, dependencias y tránsitos, unos narrados en la novela La Catalana por la escritora Mariela Zuluaga, pronta a publicarse, y otros anticipados en el Coloquio Letras Nacionales, realizado en noviembre del año pasado.

Por: Yenniffer Cuenú Caicedo
Estudiante Licenciatura en Literatura, Univalle

En el Oikos, la casa, el umbral donde acontecen muchas cosas y que da origen a distintos sucesos significativos; así dio inició la conferencia titulada Conversación sobre Rosa Bosch en el Coloquio Letras Nacionales, celebrado del 9 al 12 de noviembre de 2021. En el Oikos se establece la familia y de allí surgen las emociones privadas e íntimas de una gran gestión familiar, cultural y literaria, a cargo de la filósofa Rosa María Bosch, esposa del antropólogo, médico y escritor Manuel Zapata Olivella, quien inspira esta conversación, propiciada por Carmen Millán de Benavides, abogada y directora del Instituto Caro y Cuervo, y por la escritora Mariela Zuluaga, autora de La Catalana, novela que se publicará en 2022 como pago de una deuda a su entrañable amiga, y a propósito del aniversario 50 de Pijao Editores.

Mariela Zuluaga y Carmen Millán conversando sobre Rosa Bosch en el Coloquio Letras Nacionales.
Foto: Yenniffer Cuenú Caicedo.

Resignificar la existencia de Rosa Bosch

Las autoras regalaron una íntima conversación en torno a la vida polivalente de Rosa María Bosch, como si se tratara de un diálogo platónico donde los unos y los otros hablan, sin olvidar el Oikos. “Platón toma la voz y dice: voy a hablar del amor en los términos enseñados por mi maestra Diotima de Mantinea… Amor, me dijo Diotima, es un pequeñito desnudo que no vive ni adentro, ni afuera. Vive en el dintel de las puertas. A veces entra y a veces sale, pero su lugar es el umbral, el limen”, completa Carmen Millán.

Rosa María Bosch nació en 1934 en La Ciudad Condal, bajo el régimen franquista; cursó sus estudios de filosofía en la Universidad de Barcelona, la ciudad donde conoció a Manuel Zapata Olivella cuando este se encontraba de gira por Europa y Asia, entre 1956 y 1958, con el grupo de música y danza. Se había criado bajo todas las limitaciones del franquismo y le pareció fabuloso el espectáculo de tambores. Cuando terminaron, se acercó a saludar y de ahí inició lo que sería una relación de dependencias y tránsitos. Dos años a distancia, hasta que Bosch terminó su carrera de filosofía en 1960, pues Zapata Olivella trabajaba para la Secretaría de Salud como médico jefe y tenía que regresar a Colombia.

En medio de la conversación, la abogada Carmen Millán apuntó a varios documentos de archivo sobre Rosa Bosch, rescatados del Instituto Caro y Cuervo, donde se indica el ethos construido por la filósofa, y sobre “varios signos del aire intelectual” que la influenciaron desde niña. Era una época, cuentan las autoras, de variadas disputas, reprensiones y conflictos. El racismo y la segregación estaban latentes. Todo estaba prohibido. El matrimonio con un negro extranjero sería visto como una rebelión a la sangre catalana, y ella no solo se casa con él, sino que también lo convierte en su proyecto de vida, a pesar de su visión libertaria y feminista en un período difícil para tomar las decisiones que ella tomó.

“Rosa María Bosch nació en 1934 en La Ciudad Condal, bajo el régimen franquista; cursó sus estudios de filosofía en la Universidad de Barcelona, la ciudad donde conoció a Manuel Zapata Olivella cuando este se encontraba de gira por Europa y Asia, entre 1956 y 1958, con el grupo de música y danza”

Una gestión polivalente

En la casa de Rosa Bosch siempre se habló catalán. Su padre, Emili Bosch i Roger, fue un reconocido escenógrafo y pintor, y de su madre, María Pérez, se sabe poco. Cuando ya habían concretado la fecha del matrimonio empezó a preparar el baúl de novia, tradición árabe, para preparar su vida de casada, donde guardaba recetas catalanas y bordados en crochet realizados por su madre María Pérez. Conocía a Colombia por la literatura latinoamericana, leyendo de forma clandestina. Después de cumplir la promesa que hizo a su familia de terminar la carrera de filosofía, viajó para casarse con Zapata Olivella el 23 de diciembre de 1960.

Bosch tuvo algunas incursiones en la docencia universitaria, pero el resto de su gestión fue dedicada, como enfatiza Carmen Millán, “para las diversas empresas intelectuales de su esposo, desempeñando tareas editoriales y comerciales para la revista Letras Nacionales y buscando fondos para la vida de la familia que conformaban ella, su esposo, Harlem y Edelma, hijas de Manuel, a quienes ella educó como propias”.

Manuel Zapata Olivella y Rosa María Bosch.
Foto: Galería Web Zapata Olivella, Univalle.

Rosa Bosch y Letras Nacionales

Carmen Millán traza el rumbo de la conversación mostrando al auditorio una pre grabación en la que Rosa Bosch aparece como la única mujer dentro de los colaboradores nacionales, internacionales y corresponsales de la revista.  En voz en off, Millán dice: “La lectura de la revista Letras Nacionales se centra en un nombre presente en la llamada página legal, al lado de los nombres del director, asesores, programadores, redactores y colaboradores. Número 10, 19, 27, y un largo etcétera, Administra: Rosa Bosch. Ese nombre y los distintos cargos hacen parte de la vida de Manuel Zapata Olivella”, enfatiza.

Sin embargo, no solamente en los antecedentes historiográficos y literarios de la revista Letras Nacionales se ha registrado la gestión de Rosa María Bosch. En la dedicatoria de Changó, el gran putas (1980), Manuel Zapata Olivella deja pactado el vínculo entre ambos, y escribe: “A Rosa, compañera de partos…”. Carmen Millán cuenta que Miriam, la secretaria, era la encargada de descifrar la enredada letra de Olivella y facilitar las transcripciones, mientras Rosa Bosch corregía, administraba y gestionaba las relaciones públicas y familiares. De allí que su gerencia se haya convertido en el principio de muchas interpretaciones.

Rosa Bosch estaba en el umbral de todo. No solamente como relacionista, sino también como lectora, crítica y escritora, aunque no pudo serlo. A veces lamentaba haberse convertido en una mujer sumisa y renunciar a sus sueños por vivir el de otros. “Yo debería estar en un taller, debería estar escribiendo”,decía Bosch.

“Le dedicó toda su fuerza a la obra y el proyecto de Manuel que se convirtió en él. Incluso, fue quien le sugirió acercarse al Instituto Caro y Cuervo, y un dato: cuando ya se sentía muy cerca de morir, solo hablaba en catalán. Ella tenía un aspecto de esas mujeres de la nobleza española al estilo Modigliani. Se parecía a Virginia Woolf: cara larga, ojos muy expresivos. Y tenía una larga pestaña en el ojo izquierdo. Cuando era niña eso le molestaba mucho, y se la quitaba; luego, supongo, pensó que eso tenía su sex appeal, y se la dejó”, narra entre risas la escritora Mariela Zuluaga.

Rosa Bosch.
Foto: Instituto Caro y Cuervo

Emociones privadas y desdobladas

Según atestiguan las autoras, dos piezas documentales rescatadas por el Instituto Caro y Cuervo darían pistas sobre la gestión de Rosa Bosch. La primera es una solicitud de crédito o “puñetas”, como Rosa Bosch las llamaba, en la que aparece como deudora y declara trabajar en la Fundación Colombiana de Investigaciones Folklóricas como secretaria general por concepto de comisiones, donde gana $1.200.000.


Las puñetas eran formularios para pedir préstamos de los cuales Manuel Zapata Olivella nunca supo, pues ni siquiera necesitaba hacer su propia firma. Al final, ni en los bancos le recibían cheques porque esa no era su firma. Por su preparación como filósofa y por los nexos de su esposo, le ofrecieron una cátedra en la Universidad Libre. Al tiempo, Manuel le propuso auxiliar su proyecto literario y macro universal, y ella aceptó.

“Manuel no hubiera podido hacer lo que hizo sin la gestión de Rosita. Él decía que en un mes se iba para África, que necesitaba un libro o fotocopias. Nosotras cargábamos mamotretos transcritos e íbamos a los sitios especiales en Teusaquillo para sacar copias más baratas. En eso nos identificamos. Ella era catalana, muy ilustre; y yo era colombiana, muy humilde, pero teníamos las mismas condiciones económicas. Nadie nos daba nada. Había que conseguirlo todo”, cuenta Mariela Zuluaga.

“Rosa Bosch estaba en el umbral de todo. No solamente como relacionista, sino también como lectora, crítica y escritora, aunque no pudo serlo. A veces lamentaba haberse convertido en una mujer sumisa y renunciar a sus sueños por vivir el de otros”

La segunda pieza es una carta en la que Rosa Bosch cuenta a su amiga Mariela Zuluaga las gestiones de las que se ocupa para los proyectos de su esposo. En ella, Rosa Bosch escribe a Mariela Zuluaga en una carta el 9 de noviembre de 1989:

“Todo anda igual en relación al negocio. El trabajo del ministerio lo entregaremos a fin de este mes. En cuanto a Manuel, no sé exactamente cómo le ha ido en sus diligencias de captar dinero para el cuarto congreso. Por teléfono dice que todo está bien, pero… En días pasados los mismos amigos de la Q me dieron el uniforme que publicó Amnistía Internacional sobre luchas en Colombia, relacionadas con los derechos humanos y, efectivamente, en la lista está Manuel de primerito… Creo que te conté que el periódico La Voz hizo eco de la noticia hace como un mes y medio… Con la hija de Manuel quedé un poco más tranquila, pero, llegó a la casa, previa llamada telefónica, un agente del DAS, dizque a averiguar si realmente está Manuel amenazado”.

Harlem, Rosa, Manuel y Edelma. 1963.

La Catalana, novela de memorias sobre Rosa Bosch

A finales del 2019, la escritora Mariela Zuluaga presentó la propuesta de una novela, aún inédita, sobre la vida de Rosa Bosch al Fondo Mixto y la aceptaron. Una novela basada en la memoria de una persona sobre la memoria de otra persona. “Rosa Bosch fue una catalana auténtica”, expresa Zuluaga, por ello el título de la novela “era el nombre que le correspondía para identificarla”. La novela nació para cumplir una deuda a su amistad con Rosa Bosch. “Requirió 15 años de ausencia, una pandemia y un apoyo del Fondo Mixto”, señala, y se terminó durante la pandemia. “Gracias a quienes lenguajearon, lenguajean o lenguajearán en torno a él”, invita, y continúa:

“Empecé a trabajarla como un coloquio. Rosa ya tenía la leucemia avanzada; aun así, fue hasta Lorica al funeral de Manuel. Con esa imagen comienza la novela. Dos meses después murió en un grado sumo de leucemia, y tengo la teoría de que él no estaba para morirse en ese momento. Su físico hubiera resistido más si no se hubiera dado cuenta de la enfermedad de Rosa. Recuerdo los instantes en que vi la decisión de ambos de morir. Manuel murió el 19 de noviembre del 2004 y Rosita el 27 o 29 de enero de 2005. Ella vino aquí a hacer un trabajo que duró más de cuarenta años y se acabó. Son dos muertes deliberadas. Es como si hubieran dicho: ‘Yo no vivo más si no está Rosita’; ‘Yo no vivo más si no está Manuel’”, concluye Mariela Zuluaga.

Créditos del número 19 de la revista Letras Nacionales.
Edición: Yenniffer Cuenú Caicedo.

El banquete platónico en torno a Rosa Bosch

El filósofo francés Jacques Derrida nos enseñó a analizar las palabras y sus conceptos, a situarnos en el paradigma de la huella y rastrear las pistas sobre los misterios de la escritura y la historia desde los materiales liminares (portadas y fachadas de los libros, revistas, etc.), cuyo sentido fluye hacia dentro y hacia fuera, parafraseando a Carmen Millán. “Las publicaciones son artefactos con fronteras. Rosa Bosch está en el limen del texto platónico: adentro y afuera, por eso invitamos a que la descubran en La Catalana”, finaliza Carmen Millán, con una gran sonrisa e interminables aplausos y agradecimiento. Ha terminado El gran banquete.  

Las llamadas “puñetas”.
Foto: Instituto Caro y Cuervo.
Carta de Rosa Bosch a Mariela Zuluaga, del 9 de noviembre de 1989.
Foto: Instituto Caro y Cuervo.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba