Crítica Literaria

El Principito, ochenta años después

El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, es una obra publicada por primera vez el 6 de abril de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, por la editorial neoyorquina Reynal & Hitchcock en idioma inglés. Esta novela corta cuenta con 120 páginas y es el segundo libro más traducido de la historia, después de la Biblia.

Por: Jéssica Hurtado Carvajal
Estudiante de Licenciatura en Literatura, Univalle

Título: El Principito
Autor: Antoine de Saint-Exupéri
Editorial: Reynal & Hitchcock, 1943
120 páginas 

Foto: ibero.mx

Esta historia fue escrita por un hombre en los ratos que le permitían sus misiones para la resistencia francesa, y está dedicada a un niño, quien fuera uno de sus mejores amigos. Al inicio del relato parece un libro infantil, pero en el fondo posee una fuerza capaz de invadir la imaginación de cualquiera. Está dirigida a los niños, porque solo una mente infantil es capaz de separarse de los afanes de la vida cotidiana para concentrarse en lo importante. 

Más allá de las millones de copias vendidas al año, la importancia de El Principito radica en su filosofía: en medio de un mundo conmocionado por la guerra, llega un niño de otro planeta capaz de enseñarle a los adultos que lo más valioso en la vida es, precisamente, lo más sencillo. 

A través de una amistad inconcebible formada en un paisaje desértico entre un hombre acorralado por una situación difícil y un niño que proviene del asteroide B-612, el libro revela aspectos fundamentales de la condición humana. 

…lo más importante de este libro, sobre todo por el contexto histórico y social en el que fue concebido, en su mensaje de esperanza. Esa esperanza tan necesitada para las personas de la época y que seguimos necesitando todos los que no hemos perdido la fe en la humanidad.

Mientras el aviador —seguramente el alter ego del autor — se preocupa por las cosas que normalmente llenan la cabeza de las personas grandes, el niño le pide que le haga dibujos y se niega a responder sus preguntas. A través de historias sobre su planeta, el principito nos recuerda lo fundamental de la vida: aquello que damos por sentado. Cosas como tener un hogar al cual volver, un amigo en quien confiar o un amor para compartir la vida. 

Poco a poco, el aviador se da cuenta de la enorme carga de sabiduría de las palabras del niño y recuerda su propia experiencia, cuando, siendo un niño aún, sus sueños se truncaron por las exigencias pragmáticas de los adultos a su alrededor. 

Las páginas de la historia están cargadas de simbolismos y de personajes inverosímiles que representan en sí mismos la capacidad del ser humano para aprender de sus errores. Un planeta lleno de arbustos baobabs, un rey, un vanidoso, un bebedor, un zorro y una rosa, por nombrar solo algunos, funcionan como alegorías que conforman la complejidad de una obra que, poco después de ser publicada, se volvió universal. Esta novela es tan versátil, que ha sido traducida a innumerables idiomas y ha sido adaptada a una extensa variedad de lenguajes expresivos, entre los que se encuentran películas, canciones, historietas y obras de teatro.

Antoine Marie Jean-Baptiste Roger, conde de Saint-Exupéry​, conocido como Antoine de Saint-Exupéry, fue un aviador y escritor francés, autor de la famosa obra El Principito.
Foto: revistaoxigeno.es

No obstante, lo más importante de este libro, sobre todo por el contexto histórico y social en el que fue concebido, en su mensaje de esperanza. Esa esperanza tan necesitada para las personas de la época y que seguimos necesitando todos los que no hemos perdido la fe en la humanidad. 

Ahora bien, la mayoría de autores de las grandes obras de la literatura universal pudieron dar sus impresiones sobre las mismas. En este caso, solo podemos intuir lo que significaba este libro para el autor, ya que un año después de escribirlo cayó abatido cuando se desempeñaba como aviador de la resistencia francesa en una misión de reconocimiento. Se sabe que la rosa simbolizaba a su esposa Consuelo, una salvadoreña que le robó el corazón en medio de un baile. En honor a ella, la rosa debe ser cuidada, pero, como solo se puede amar en libertad, es preciso dejarla ser ella misma y echar raíces profundas.

Antoine de Saint-Exupéry fue un aviador y escritor francés. Nació en Lyon al despuntar el año 1900 y falleció en algún lugar del valle del Ródano, sin saber que su obra sería fundamental para muchas generaciones posteriores y, que aún hoy, ochenta años después, recordaríamos a su niño de cabellos dorados. 

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