28 de abril de 2021: una fecha para no olvidar
El pasado 21 de abril se realizó en la Universidad del Valle, la primera de una serie de conversaciones denominadas “El Paro Nacional que despertó al país”. El evento contó con la participación del reconocido sociólogo español Manuel Castells, la profesora de la Universidad del Valle María del Pilar Castillo y los congresistas del Pacto Histórico Wilson Arias y Alfredo Mondragón.
Por: Jorge Enrique Vélez Martínez
Estudiante de Licenciatura en Ciencias Sociales, Univalle

Las reflexiones de Manuel Castells
El maestro Castells inició su intervención afirmando que “donde hay dominación y opresión, se genera resistencia”. Es decir, las agresiones hacia la dignidad humana, cualquiera sea su concepción, genera indignación, y se llega a un momento cuando no se aguantan más los maltratos. Entonces, es natural protestar, reclamar un mejor trato y mejores condiciones de vida.
Esto es una constante en la historia y en todas las sociedades, señaló el sociólogo español. Lo particular de las protestas de nuestro tiempo, aseguró, es que se pueden convertir en estallidos sociales, los cuales caracterizan de la siguiente manera: hay una violenta represión de los gobernantes; la indignación se propaga por la redes sociales y los dispositivos digitales; hay resignificación de los espacios públicos; hay debate constante en y fuera de internet; los reclamos giran en torno a la dignidad y al derecho a ser, y los movimientos sociales participantes tienen la intención, esencialmente, de cambiar factores de opresión, como roles sociales, formas de socialización, la gobernanza y los gobernantes, ideas y valores.
El estallido social del 2021 en Colombia, afirma el maestro español, no es un caso aislado; se enmarca en una serie de estallidos alrededor del mundo en las últimas décadas, tales como el Movimiento Contra la Guerra de Irak y la Mentira (España, 2004), la Movilización por la Democratización (Irán, 2009), el estallido del 2010 en Islandia, el Movimiento de Indignación (Túnez, 2010), la Primavera Árabe (naciones árabes, 20210-2012), Ocupar Wall Street (USA, 2011), el Movimiento de las Indignadas (España, 2011), el estallido de Brasil en 2013, las Protestas de los Paraguas (China, 2014), el estallido de Nigeria en 2015, el Movimiento de los Chalecos Amarillos en 2018, el estallido de Chile en 2019, las Protestas en Hong Kong (China, 2019-2021), y los estallido de Estados Unidos en 2020, de China en 2022, de Irán entre 2022-2023, y Francia en 2023.
Estos estallidos y movimientos sociales, destaca, han logrado notables reivindicaciones y cambios políticos en países como España, Nigeria, Chile, Francia, Islandia, China y Colombia.
Por último, concluye subrayando que cuando los miembros de los movimientos sociales entran a hacer parte de las instituciones del Estado (como sucedió en Colombia con las elecciones del 2022), deben mantener vivos los ideales y las reivindicaciones defendidas, causantes del cambio político.
En cuanto a los movimientos sociales propiamente dichos, deben mantener autonomía de la política institucional y controlar y vigilar a sus agentes políticos para evitar que corrompan el movimiento.
Lo particular de las protestas de nuestro tiempo, aseguró Castells, es que se pueden convertir en estallidos sociales, los cuales caracterizan de la siguiente manera: hay una violenta represión de los gobernantes; la indignación se propaga por la redes sociales y los dispositivos digitales; hay resignificación de los espacios públicos; hay debate constante en y fuera de internet; los reclamos giran en torno a la dignidad y al derecho a ser, y los movimientos sociales participantes tienen la intención, esencialmente, de cambiar factores de opresión, como roles sociales, formas de socialización, la gobernanza y los gobernantes, ideas y valores.
Las reflexiones de Alfredo Mondragón
Tras la intervención del maestro Castells, siguió el congresista Alfredo Mondragón, quien comenzó estableciendo un vínculo entre el paro del 2019 y el estallido del 2021, por la inconformidad de las personas con el Gobierno Duque y el grave aumento de la pobreza durante su mandato.
Para Mondragón, nadie esperaba un estallido social como el vivido en el 2021. Las causas inmediatas de este, señaló, fueron las decisiones, reformas y contrarreformas de Duque. Pero la narrativa de la derecha y sus medios de comunicación, afirmó, fue señalar a la izquierda, en cabeza de Petro, como los responsables del estallido social.
Luego, las palabras del congresista Mondragón giraron, principalmente, en torno a lo anecdótico: su participación en el estallido, la cual inició en el punto de resistencia de Sameco (la vía que conecta a Cali con Yumbo); su recorrido junto a profesores por diferentes puntos de resistencia en Cali, escuchando a los participantes de los mismos y a la comunidad en general, y la violencia de la fuerza pública hacia él y hacia quienes protestaban.
Cerró su intervención señalando que una consecuencia a corto plazo del estallido es la victoria del Pacto Histórico, y que ahora el deber es tramitar las reformas para cumplirle a los colombianos que votaron por el cambio.

Las reflexiones de María del Pilar Castillo Valencia
La economista se centró en el papel de las mujeres en el estallido social. Inició señalando las razones de fondo que las llevó a protestar: las desigualdades y discriminaciones de la sociedad patriarcal, dependencia económica, racismo y falta de oportunidades.
Sumado a lo anterior, la pandemia tuvo especialmente consecuencias negativas en materia de empleo (por estar vinculadas en gran medida a los servicios domésticos) y por una sobrecarga en las responsabilidades del hogar.
El relato de la derecha, indicó Arias, se centraba en afirmar que detrás del estallido social estuvo el Foro de São Paulo, las guerrillas, la izquierda colombiana y especialmente Petro. También aseguraban que los puntos de resistencia estaban infiltrados por el ELN, que eran lugares de venta y consumo de drogas alucinógenas y sitios de violencia.
Estas razones estructurales y circunstanciales, afirmó, las motivó a protestar en los puntos de resistencia. Allí jugaron un papel relevante en cada eslabón de la cadena de trabajos: educación y socialización de lo que realmente eran y se vivía en los puntos resistencia; cuidado de la integridad física y emocional de quienes participaban en aquellos; construcción de huertas, y preparación de alimentos, entre otras tareas.
La profesora Castillo cerró su intervención mencionando que el estallido social aportó a la formación política de las mujeres, a reconocer y diferenciar los discursos de los diferentes medios de comunicación, a distinguir las mentiras que propagan, y las convirtió en lideresas sociales y políticas.
Las reflexiones de Wilson Arias
Arias empezó señalando la lucha de narrativas alrededor del estallido; es decir, lo que se dice sobre lo sucedido en él y lo que hubo detrás. Por lo tanto, se centró en hacer diferenciaciones conceptuales y de los relatos montados por los políticos y medios de comunicación de las diferentes tendencias.
El relato de la derecha, indicó, se centraba en afirmar que detrás del estallido social estuvo el Foro de São Paulo, las guerrillas, la izquierda colombiana y especialmente Petro. También aseguraban que los puntos de resistencia estaban infiltrados por el ELN, que eran lugares de venta y consumo de drogas alucinógenas y sitios de violencia.
En cuanto a la izquierda, afirmó, la disputa está en cómo nombrar lo sucedido: si se trató de un estallido social, una revuelta, un paro o una revuelta en medio de un contexto prerrevolucionario.
Arias indicó que esta lucha por las narrativas tuvo consecuencias materiales. Por ejemplo, a Cali, comentó, trataron de convertirla en una Ciudad Gótica, pues tras las afectaciones de las infraestructuras públicas, raramente tuvieron que pasar varios meses para iniciar las reparaciones.
La destrucción de la infraestructura, afirmó, fueron producidas por la ira acumulada de las turbas, por el descontento y la indignación que producen los grupos dominantes sobre los dominados y oprimidos. Las turbas, prosiguió, son levantamientos populares desorganizados, comunes en la Edad Media. Aquellas son un actor permanente en las protestas colombianas. Su actuar no solo se expresa con marchas y bloqueos; también, paradójicamente, afecta la infraestructura del Estado, de la que se beneficia.
En el país, señaló, no ha habido revolución, pues ésta implica desestabilizar y cambiar el poder. El estallido social del 2021 no le quitó el poder a las élites, a pesar de ser electo un gobierno progresista. Además de que casi la mitad de la población votó por el candidato no progresista, no se eligieron los suficientes congresistas alternativos para aprobar las reformas y asegurar la gobernabilidad de Gustavo Petro.
Wilson Arias concluyó afirmando que hoy, el deber es trabajar en sacar adelante las reformas para cumplir con el cambio que necesita este país corrupto y decadente.