Crítica Cine

“No es necesario traicionar tu naturaleza para ser quien eres”

Existen varias adaptaciones de la novela italiana Las aventuras de Pinocho, de Carlo Collodi, lo cual demuestra que, aunque el próximo febrero cumplirá 140 años, sigue vigente. La película Pinocho de Guillermo del Toro está disponible en la plataforma de streaming Netflix desde el nueve de diciembre y solo necesitó dos días para convertirse en la número uno en reproducciones a nivel mundial.

Título: Pinocho de Guillermo del Toro (Guillermo del Toro’s Pinocchio)
Dirección: Guillermo del Toro y Mark Gustafson
Duración: 1 hora, 56 minutos

Por: Jessica Hurtado Carvajal
Estudiante de Licenciatura en Literatura, Univalle

Foto: Netflix.

En menos de una semana, la última película del director mexicano Guillermo del Toro le ha dado la vuelta al mundo. Este hecho no deja de ser sorprendente, sobre todo, si tenemos en cuenta que es la tercera en ser estrenada durante el último año. A principios de 2022 se lanzó la versión rusa: Pinocchio: A True Story, y en septiembre, Disney dio a conocer la suya. Ambas basadas en el clásico cuento italiano.

Entiendo que está de moda tomar una historia antigua y reinventarla hasta el punto de volverla actual, pero esta idea solo es posible si se brinda algo nuevo al espectador. Mientras no exista esa propia interpretación de lo que ya está hecho, para enseñar un punto de vista diferente, estamos ante una copia. Otra cosa muy diferente es la que nos ofrece Pinocho de Guillermo del Toro.

Para empezar, el hecho de que el nombre del director se encuentre integrado en el título de la película expresa una intención estética. Este acto no debe pasarse por alto, sino que puede ser entendido como la forma en que el equipo de producción pretende desmarcarse de las anteriores. Porque, como ya lo dijeron antes Julio Cortázar y tantos otros, lo importante no es la historia, porque ya todo se ha dicho, sino la forma en la que se cuenta.

Y aquí la forma tiene vital importancia. Cada detalle de esta película fue cuidado. Desde las voces de los personajes, seleccionados con suma atención, hasta el guion y la fotografía. Para comenzar, quisiera referirme a algo que en un primer momento me disgustó y después me conquistó como espectadora: la animación cuadro por cuadro. Para ello fue utilizada una técnica conocida como stop motion. El mismo Del Toro ha dicho en varias entrevistas que para él la animación no es un género, sino otra forma de hacer cine y, por ello, eligió la expresividad y naturaleza material de algo hecho a mano.

De esta manera, los personajes logran ese aspecto un poco intimidante pero cercano a la condición humana en todas sus imperfecciones. El mismo Pinocho, a pesar de ser un paliativo contra la soledad de su padre, fue creado en un momento de frustración y está lejos de ser perfecto. Para empezar, y esto es algo que comparte con sus antecesores, cuando Pinocho despierta a la vida es un niño que debe aprenderlo todo y no conoce la diferencia entre el bien y el mal.

Un aspecto innovador de este nuevo Pinocho es su motivación. En cada una de las versiones anteriores encontramos la estrategia de la moraleja, el efecto moralizador que servía para enseñar a los niños la importancia de la obediencia. Porque resulta imprescindible que los más pequeños aprendan a obedecer a sus padres, a la religión, al sistema, o nunca podrán ser ciudadanos ejemplares. Sin embargo, la versión de Del Toro nos habla de lo contrario: la importancia de la desobediencia, de pensar por sí mismos y no vivir en función de los demás.

…la película Pinocho de Guillermo del Toro no es en absoluto infantil, puesto que toca temas tan profundos como la guerra, la pérdida de un hijo, el duelo y la aceptación de sí mismo. La historia explora la condición humana a partir de una marioneta y defiende que no es necesario cambiar esa naturaleza intrínseca para tener una identidad.

Creo que en este punto radica el éxito de la película que, en solo dos días, se convirtió en la más vista de la plataforma Netflix a nivel mundial. Y es que, enmarcada en el contexto de la Italia fascista, Pinocho, el niño de madera, es el personaje más independiente; el único que no se acoge a ninguna norma. Aprende, viaja y vive aventuras a partir de sus propias reglas. En una conferencia de prensa que Guillermo del Toro le otorgó al medio Collider, declaró que el primer paso hacia la conciencia y el alma es la desobediencia y, por eso, es razonable que la película se centre en el carácter, en parte inocente y en parte revolucionario, de la marioneta.

En cuanto a los actores, es relevante mencionar a Gregory Mann en el papel Pinocho; a David Bradley como el Maestro Geppetto, y Ewan McGregor como Sebastian J. Grillo. Este último interpreta al narrador y conciencia del muchacho que, a pesar de ser ignorado en la mayoría de ocasiones, se convierte en el hilo conductor de los acontecimientos.

Dos elementos dignos de rescatar de la obra fueron, en primer lugar, los personajes antagónicos. Tanto el Conde Volpe, interpretado por Christoph Waltz, y Podestà, personificado por Ron Perlman, constituyen arquetipos de la idea de malvado que todos tenemos. Pero tienen sus propias motivaciones, sueños y temores, y eso los convierte en seres complejos.

Foto: Netflix.

En segundo lugar, el hada mágica y su hermana La Muerte son incorporaciones hechas en esta interpretación de la obra y resignifican el aburrido y excesivamente utilizado recurso del hada madrina. Ambas fueron interpretadas por la voz de Tilda Swinton y conforman el dúo de seres excepcionales que dotará de vida al muñeco de madera y después le pondrá límites a su espíritu rebelde.

En definitiva, la película Pinocho de Guillermo del Toro no es en absoluto infantil, puesto que toca temas tan profundos como la guerra, la pérdida de un hijo, el duelo y la aceptación de sí mismo. La historia explora la condición humana a partir de una marioneta y defiende que no es necesario cambiar esa naturaleza intrínseca para tener una identidad. De esta manera, Pinocho no vive en función del sueño de ser un niño de verdad ni espera que su hada madrina le conceda deseos, como ocurre en las versiones edulcoradas de Disney, sino que toma decisiones y enfrenta las consecuencias.

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