Crítica Cine

Heartstopper: una mirada idealizada del romance homosexual

Netflix estrenó la serie llamada Heartstopper, adaptación de la novela gráfica homónima de Alice Oseman, que en poco tiempo ha logrado grandes números de audiencia y una alta aceptación de la crítica y el público gracias a su edulcorada idealización del romance gay y personajes adolescentes con conflictos internos suscitados desde la necesidad de identidad y definición sexual.

Título: Heartstopper
Director: Euros Lyn
País: Reino Unido, 2022                                                                                                                                      Duración: 8 capítulos

Por: Jhonedyer Henao Flórez
Sociólogo y estudiante de Licenciatura en Literatura, Univalle

Heartstopper ha causado un fuerte impacto en redes sociales por la notoria aceptación de su historia y sobre todo de los personajes. Sin ser un innovador trabajo técnico y artístico, la serie se ha hecho tendencia. Si bien no es una gran proeza audiovisual, en ella hay un factor clave para el éxito, el cual consiste en la forma sensible y entrañable de plantear una trama en donde Charlie Spring (Joe Locke) y Nick Nelson (Kit Connor) protagonizan un romance gay de adolescentes inmersos en las lógicas del descubrimiento y la exploración que la adolescencia plantea. 

Descubrir el mundo que nos rodea puede ser un proceso traumático, más cuando este pasa por una introspección identitaria en la adolescencia. Esto se convierte en el núcleo de Heartstopper, en donde el director Euros Lyn, basado en la novela gráfica de Alice Oseman, quien además firma el guion de la serie, explora lo relacionado con el primer amor, la homosexualidad y el colegio. Así, con sencillez y delicadeza, retrata las tribulaciones de personajes gais enfrentando su entorno y su interioridad.

Foto: filmaffinity.com

Mientras esto ocurre, hay una utilización sistemática de tres elementos que aportan al éxito de la serie. El primero de ellos es la dificultad de aceptación personal de cosas que no podemos cambiar porque su manifestación se da a partir del deseo, de lo involuntario; de allí nace un retrato grato de fácil identificación con los personajes por la imposible evasión de dilemas internos que nos definen a todos como individuos. El segundo elemento es una idealización del primer amor, en donde Charlie y Nick logran sortear obstáculos emocionales y sociales de una forma poco probable, pero que satisfacen sus necesidades y, al mismo tiempo, las de los espectadores que a medida que avanza la trama encuentran identificarse con ellos, y la felicidad romántica de ambos termina siendo una proyección de deseos de una comunidad sexualmente diversa sumergida en presiones sociales que la aleja de un primer amor idílico y una aceptación poco traumática de la homosexualidad. En tal virtud, su inocencia crea una fuerte nostalgia de un amor perfecto no ocurrido. El último elemento lo considero como el más visible, el más fuerte y el más problemático. Las plataformas de streaming han acostumbrado a la audiencia a producciones que repiten fórmulas eficaces que enganchan al espectador; por ejemplo, estereotipos en torno a la drogadicción o la libertad sexual que, de alguna manera, satisfacen frustraciones de un público demandante. La ilustración de la homosexualidad no ha escapado a estos esquemas. Hemos visto series en donde el sexo es el núcleo narrativo que define las relaciones sociales y los vínculos afectivos de personas gais, lesbianas, bisexuales, trans, etc. Es el caso de la exitosa serie de la misma plataforma, Elite, que propone una sexualización del romance gay con personajes que buscan satisfacer deseos sin un fin específico, y sin proponer una profundización del impulso de la acción; es decir, situaciones y procederes injustificados que juegan más con el tabú o el escándalo desde la pornografía ligth. Es así que Heartstopper se aleja, de forma notoria, de dicha fórmula al desplazar la práctica sexual del centro de las relaciones gais, interiorizando el drama con el fin de buscar respuestas de personajes que se preguntan quiénes son y qué desean.

Heartstopper irrumpe en la plataforma como una mirada refrescante y esperanzadora de relaciones sentimentales que priorizan las emociones y la búsqueda del amor verdadero y soñado, más que la satisfacción corporal de pulsiones sexuales. Es así que como serie ha logrado la aceptación, casi unánime, del público y la crítica.

La anterior comparación no está hecha desde una posición moral, ni monacal ni nada cercano. Una no es mejor que la otra por abordar la sexualidad de tal o cual forma. El campo erótico es complejo y los individuos lo viven y lo asumen de múltiples modos; en tal sentido, hay validez en ambas propuestas. Apelo a esta dicotomía para señalar que, al ser la fórmula de Elite una visión instaurada del mundo sexual, Heartstopper irrumpe en la plataforma como una mirada refrescante y esperanzadora de relaciones sentimentales que priorizan las emociones y la búsqueda del amor verdadero y soñado, más que la satisfacción corporal de pulsiones sexuales. Es así que como serie ha logrado la aceptación, casi unánime, del público y la crítica.

Esta seriees la adaptación de la primera de cuatro novelas gráficas realizadas por Oseman. Públicamente no se conoce de acuerdos para adaptar las tres partes restantes. Con la acogida dada al trabajo, tal vez Netflix entregue a su público la adaptación de las otras partes, posibilidad que nos permitirá saber hasta dónde puede llegar el idilio romántico de adolescentes en una sociedad caracterizada por la liquidez de las relaciones, como lo señaló el sociólogo Zygmunt Bauman.

Alice Oseman (1994), escritora, guionista e ilustradora británica de literatura juvenil, autora de la novela gráfica titulada Heartstopper.
Foto: infobae.com

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