Blonde: un retrato desde la mirada masculina
La película, protagonizada por Ana de Armas y dirigida por el australiano Andrew Dominik, es un problemático retrato de la victimización de la mujer que, en tiempos de reivindicación de sus derechos, se exhibe como un inquietante acercamiento al personaje de Monroe. Con los premios Oscar a punto de celebrarse, se hace pertinente la reflexión en torno a esta adaptación de la novela de Joyce Carol Oates, en la que la actriz cubana ha sido nominada en la categoría de Mejor Actriz Protagonista.
Por: Sofía Londoño Galeano

Foto: loslunesseriefilos.com
Me acerqué a Blonde con una expectativa de deleite estético, ignorando completamente los comentarios sobre la trama que me habían llegado de diversas fuentes. Ninguno de ellos me preparó para las sensaciones de pesadez e incomodidad que por varios días no me pude explicar. No sabía a qué se debían esas sensaciones, pero sí sabía que la película había generado un malestar en mí. Encontré, sin duda alguna, esa belleza cinematográfica que había percibido en el tráiler: escenas coreografiadas cuidadosamente, espacios y manierismos propios de la época, y una belleza visual sinigual con cambios de blanco y negro a color de acuerdo a la situación representada. Sin embargo, la construcción del personaje de Monroe gira única y exclusivamente alrededor de sus falencias.
La debilidad de la actriz es retratada a través de las relaciones turbulentas y violentas que tuvo con los hombres de su vida: el padre ausente, amantes, esposos y ejecutivos de la industria cinematográfica. La película habla desde la carencia, como si a Monroe la hubiesen definido únicamente estos vínculos. Por supuesto, la figura del padre ausente permanece durante toda la trama como uno de los detonantes de la inestabilidad emocional de la protagonista, pero también como la causa de sus consiguientes relaciones con los hombres.
En todo momento, Monroe es clasificada como una víctima, siempre sufriendo tormentos mentales que no le permiten tomar decisiones por sí misma. Pareciera casi como el retrato de un éxito coincidencial y apalancado por las fuerzas masculinas. Esta victimización continua es problemática en tanto el personaje es acechado constantemente por sus temores y solo encuentra refugio en los hombres, quienes también la ven como un objeto sexualizado al que someten a violencia física y mental. Es decir, parte de los daddy issues y nunca sale del ciclo enfermizo de los mismos.
Blonde es un largometraje que muestra claramente valores antifeministas y misóginos. Por ejemplo, la temática del aborto es retratada desde la culpa y el pesar, y lo que es peor, desde la personificación del feto como un ser que piensa, habla, y culpabiliza a su madre por haber cometido “un asesinato”.
Sin embargo, en oposición al perturbado personaje, la interpretación de la cubana Ana de Armas es lo que hace tan creíble el sufrimiento perpetuo de Monroe, ya que constantemente se hace referencia a sus demonios internos y a un desequilibrio mental que se manifiesta con voces en su cabeza y monólogos teatrales en los que el personaje exterioriza sus temores. El tormento continuo es, sin duda, un estado difícil de conseguir a nivel actoral, especialmente cuando este personaje no tiene un solo momento de felicidad o gozo genuino. Es, incluso, aún más impresionante, la dualidad conseguida por la actriz al representar el conflicto entre Norma Jeane y Marilyn —su seudónimo —.

Foto: Juan Herrero, EFE. Tomada de: elmundo.es
El problema con este tipo de películas, en tiempos de cambio de paradigmas, es que el cine —así como todos los productos culturales — es una fuente de referencia para las nuevas generaciones. Blonde es un largometraje que muestra claramente valores antifeministas y misóginos. Por ejemplo, la temática del aborto es retratada desde la culpa y el pesar, y lo que es peor, desde la personificación del feto como un ser que piensa, habla, y culpabiliza a su madre por haber cometido “un asesinato”. En este caso, es necesario ver con ojos críticos cómo estas escenas hacen referencia a una posición contraria a la lucha por los derechos reproductivos de las mujeres, teniendo en cuenta los baches a los que se han hecho frente en los últimos años a nivel mundial: la anulación de Roe vs. Wade en Estados Unidos —que protegía a las mujeres de la penalización y la excesiva burocracia para acceder a un aborto —, la toma del poder del régimen Talibán en Afganistán que prohíbe y castiga a las mujeres por diversas acciones —, y en el caso de Colombia podemos hablar de las alarmantes cifras de feminicidios que en el 2022 ascendieron a más de seiscientos.
En tiempos cuando debemos apuntarle a la inclusión del feminismo en todos los ámbitos de la vida con la finalidad de apaciguar las agresiones y la represión hacia lo que significa lo femenino, los productos culturales deberían hacer referencia a los altibajos de este cambio de patrón de pensamiento.
Las violencias basadas en género siguen latentes a nivel mundial, por lo que se hace necesario reflexionar en torno a productos que problematicen a la mujer por fuera de la mirada masculina que ha primado por siglos. Es importante humanizarla en todos los sentidos, porque cuando se la ubica en un único lugar de víctima, tal como lo hace Blonde, se le suprime todo poder de decisión, intereses y deseos que pueda tener, despojándola a su vez de carácter y aplanando su personalidad.