Crítica Cine

Argentina, 1985: ¡Videla, criminal!

Santiago Mitre está de regreso. Esta vez, el reconocido director argentino se arma con toda su artillería cinematográfica para recordarle al mundo un hito histórico en su país, gritando con gran destreza fílmica: ¡Videla, criminal!

Por: Jhonedyer Henao Flórez
Sociólogo y estudiante de Licenciatura en Literatura, Univalle

Título: Argentina, 1985
Director: Santiago Mitre
Nacionalidad: Argentina

Año: 2022
Duración: 140 minutos

Foto: politicaobrera.com

Argentina, 1985 se estrenó en el 2022 con un gran éxito. Gracias a la buena recepción de la crítica y del púbico, la obra ha ganó el premio Globo de Oro a mejor película en lengua no inglesa; el premio del público en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, y logró una nominación al premio Oscar 2023 en la categoría de mejor película internacional, perfilándose como la gran favorita. Mitre ha logrado conquistar a una buena parte del mundo cinematográfico escenificando la lucha de un equipo de abogados argentinos buscando justicia y señalando delitos y culpas de la dictadura militar argentina de Rafael Videla. 

Argentina, 1985 es una película que, a diferencia de lo que muchos piensan, no tiene que convencer a nadie. No es su función ni su propósito. Todos conocemos esta historia y el desenlace: un país retomando la democracia y un criminal (dictador) enjuiciado junto a su cardumen de cómplices. Es esta idea en la que se basa Santiago Mitre, director de la obra, para elaborar un relato en el que la recuperación democrática de Argentina es el núcleo de un ejercicio narrativo fácil y efectivo, con el cual se recuerda que en el continente hay episodios dolorosos de los que hay que hablar y reflexionar, anteponiéndose a las reinterpretaciones llenas de añoranza y nostalgia que han surgido en Latinoamérica fundadas en el revisionismo del autoritarismo. 

Pensar un ejercicio cinematográfico con esta temática no es fácil, puesto que además de cargar con la crítica y opiniones políticas que despierta hablar de ello, se le suma el reto de dar o contar la historia de forma clara sin aburrir al espectador. La balanza, por lo general, se desnivela: si hay calidad, no es entretenida; si es entretenida, no hay calidad. Es un esquema recurrente en el quehacer cinematográfico que desafía directamente las habilidades de los artistas. Argentina, 1985 sale bien librada de este desafío. Al usar una historia basada en hechos reales inicia ganando, puesto que no es más que un truco generador de morbo. A esto se le suma una construcción de un héroe de fácil identificación, en la medida que el fiscal Julio César Strassera (Ricardo Darín), un tipo cualquiera, común, con una familia de clase media promedio, sin la menor posibilidad de triunfar en un juicio de tal magnitud y quien logra sortear las vicisitudes de las circunstancias, le da un triunfo a una nación que reclama justicia frente al dolor por los atropellos del autoritarismo. Eso que denominan didactismo formal cinematográfico es la herramienta precisa que da el éxito a la cinta, gracias a que se plantean líneas narrativas con puestas en escena sin la menor complejidad interpretativa, dado que contar la proeza del fiscal cierra la posibilidad de entregarle al espectador una amalgama de versiones frente a los sucesos ocurridos en la dictadura. 

Argentina, 1985 es una película que, a diferencia de lo que muchos piensan, no tiene que convencer a nadie. No es su función ni su propósito. Todos conocemos esta historia y el desenlace: un país retomando la democracia y un criminal (dictador) enjuiciado junto a su cardumen de cómplices. Es esta idea en la que se basa Santiago Mitre, director de la obra, para elaborar un relato en el que la recuperación democrática de Argentina es el núcleo de un ejercicio narrativo fácil y efectivo…

De entrada, la premisa es clara: ¡Videla, criminal! Esto, más que ser una posición política frente a un hecho, es una jugada narrativa brillante debido a que posiciona al espectador en la única tarea de acompañar al fiscal y a su equipo en el propósito de condenar a Videla y a su junta militar, impidiendo que se distraiga en debates políticos frente a las actividades de la dictadura. El propósito es condenarlos, no debatir si son culpables o no, porque de entrada lo son. En tal virtud, la consigna implícita de ¡Videla, criminal! es una maniobra que soluciona esa pregunta que varios críticos han planteado sobre el porqué la cinta ha tenido una recepción positiva si habla de un tema histórico tan delicado y complejo. Además, la frase histórica “nunca más” se convierten en material para consolidar social y cinematográficamente el ejercicio de hacer memoria de los acontecimientos traumáticos de nuestras sociedades.

Santiago Mitre, director de Argentina, 1985.
Foto: imdb.com

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