El sacrificio no lleva nombre de mujer
La narrativa de María Fernanda Ampuero es consecuencia de un largo recorrido en el campo periodístico que le forjó un interés por escudriñar los temas humanos en primera fila. Sacrificios humanos es un ejemplo de esa exploración a través de los recovecos de la ciudad destinado a los proscritos o desterrados, sobre todo cuando atañen a la mujer.
Por: Pedro Chaves
Estudiante de Licenciatura Literatura, Univalle

Foto: eluniverso.com
Sacrificios humanos, publicado en el 2021, no es un libro con cuentos, sino de cuentos. Tal como le enseñó su editor en el 2018 con Pelea de gallos, María Fernanda sabe que un libro de relatos “debe tener una genialidad y hermanamiento con cada cuento”. De ahí que, como su antecesor, en esta nueva entrega cada una de las doce historias con su independencia y particularidad narrativa, haga parte de un gran relato que la escritora se ha dado a la tarea de desenmascarar. Porque “la gente que mata, que viola, que destruye niños, todos salieron de una casa, no salieron de una cosa espontanea, de una esquina. Yo quiero saber cómo son esas casas, cómo es el proceso de formación de un monstruo, yo quiero abrir todas las puertas y todas las ventanas y verlo”. En consecuencia, este libro con cuentos devela el relato adherido a la cotidianidad que permite normalizar mecanismos de violencia, sobre todo aquellos que atentan contra el nombre de las mujeres.
Luego, de entrada, nos sumergimos en la vida de una migrante ecuatoriana que se ha visto obligada a dejar su país y familia en busca de mejores oportunidades. Consciente de que las inmigrantes “somos el hueso que trituran para que coman los animales”, pero impulsada por la necesidad de enviarle dinero a sus dos hijas, se promociona como una escritora negra en el periódico. Puesto que su trabajo será escribir la biografía de su posible benefactor, sin darnos cuenta asistimos a una de esas casas donde se crean los monstruos: viajamos al pasado de un asesino con doble personalidad que se debate entre el fervor religioso debido a la muerte de su madre y un odio hacia las mujeres extranjeras. Es un relato terrorífico, tensionante, digno de una antología del horror, narrado en primera persona, con un reiterativo “véanme, véanme”, sin olvidar un: “Véanlas, véanlas. Al costado del camino, como sombras, me ven pasar y sonríen, hermanas de la migración. Susurran: cuenta nuestra historia, cuenta nuestra historia, cuenta nuestra historia”.
“…este libro con cuentos devela el relato adherido a la cotidianidad que permite normalizar mecanismos de violencia, sobre todo aquellos que atentan contra el nombre de las mujeres”
El anterior relato, el más extenso de la antología, bien podría hacer pensar en los cuentos clásicos de Faulkner o de Hawthorne; pero la historia de “Creyentes” e “Invasiones” evocan la “Casa tomada” de Julio Cortázar; Sacrificios es un evidente tributo al mito griego del Minotauro en medio de un laberíntico parqueadero moderno; “Sanguijuelas” y “Pietá” son una sátira crapulosa del racismo social de las clases altas que separan todo entre blancos y negros (o morenos o raros), pero con mucha más profundidad y riqueza literaria que un Fadanelli o un Fonseca. ¿Qué decir del “Cabezón”, personaje de “Freaks” y digno representante de lo considerado fenómeno en un circo? Aquel ícono de todos los personajes que sufren algún tipo de violencia en estos cuentos y que recuerda al “Hop-Frog” de Poe.
En general, todos estos cuentos se enmarcan en una atmósfera turbia, violenta y aterradora, donde la poesía y la esperanza de nombrar a las víctimas se convierte en ese rayo de luz que solo llega cuando la noche se presenta más oscura. En estos cuentos, logias de extraterrestres se toman el patio de tu casa para traficar con pornografía infantil mientras afuera las protestas dejan miles de muertos y empresas quebradas; en “Elegidas”, las más feas de la cuadra bailan con cadáveres hasta el amanecer; en “Hermanita”, tres niñas juegan a la ouija y una termina sacrificada al espíritu invocado; y siendo poco, entre niños se vengan con la muerte. Asimismo, en las relaciones sentimentales, predominan los hombres infieles que ejercen la violencia física y a veces llegan a la violación; pero también algunas mujeres son racistas, histéricas, y están las que callan y aceptan muchas situaciones por amor, resignación (especialmente el cuento “Silba”), o moralismos supersticiosos alrededor del matrimonio. ¿Es un sacrifico necesario y digno para ser mujer?

Por eso, sin duda, dos de sus mejores cuentos en términos poéticos y psicológicos (de ahí el epígrafe de Lispector), sean “Edith” y “Lorena”, dos historias de vida que escrutan el porqué de la violencia contra la mujer. Dos mujeres que quieren ser nombradas como son y no según lo que quieren ver en ellas. “Edith, Edith, Edith. Ya no era la mujer de ni la madre de ni la hija de. Era ese nombre que su amante decía durante el éxtasis y que la penetraba por todos lados. Era esa mujer que se llamaba Edith y por lo tanto existía”.
María Fernanda Ampuero es una escritora y periodista ecuatoriana que ha publicado cuatro obras literarias (Sacrificios humanos es la más reciente), luego traducidas al italiano, al portugués y al inglés. También ha escrito numerosos artículos en diferentes diarios y revistas de varios países. Vivió en España y México. Sus crónicas y cuentos han sido reconocidos con distinciones y premios desde el 2012, año que la denominaron como una de las 100 latinas más influyentes en España. También trabaja con el Ministerio de Cultura de su país desde el 2019.