Evento

Rosemberg Sandoval se expone en Polonia

Por: Carlos Jiménez

Rosemberg Sandoval (1959), artista y docente colombiano oriundo de Cartago, Valle del Cauca.

Labriego, la exposición de Rosemberg Sandoval en Polonia, supone un importante reconocimiento internacional de la calidad y la valía de su trabajo artístico. Inaugurada el pasado 29 de abril en Laznia, el centro de arte contemporáneo de Gdansk, no es sin embargo el primer reconocimiento de esta índole que merece. Él ha expuesto antes en Buenos Aires y en Caracas con un éxito semejante al que ahora acompaña su muestra en el legendario puerto polaco.

Pero exhibir una muestra de su arte en Europa y en un centro de arte donde han expuesto figuras tan relevantes del arte contemporáneo internacional como Gerhardt Richter o Gilbert and George es de una importancia aún mayor. Subrayada por el hecho de que su arte no es de fácil digestión por los públicos exquisitos y porque además está profundamente arraigado en su tierra – que es la nuestra – y en su propia experiencia vital. Tan distinta a la que propia de Polonia, un país con una experiencia histórica milenaria, saturada de conflictos y guerras determinadas en los últimos siglos por su ubicación geográfica entre Alemania y Rusia y sus contradictorias ambiciones imperiales. Además, Gdansk es un puerto sobre el mar Báltico, un mar frío y calmo y tan distinto y tan distante del Caribe y desde luego del océano Pacifico, como pudieron comprobarlo de primera mano los Zadawski, los Korman, los Jeske y las demás familias polacas que vinieron a establecerse en Cali a lo largo del siglo XX. No cuesta imaginar la dimensión de su asombro ante la exuberancia tropical, ni tampoco la del público polaco ante la insólita crudeza de las obras de Sandoval.

Rosemberg Sandoval (1959), artista y docente colombiano oriundo de Cartago, Valle del Cauca.

Que en ambos casos dio y da paso a la comprensión e incluso a la empatía gracias al descubrimiento de lo que tienen en común experiencias vitales en principio tan disímiles. Rosemberg inauguró su exposición en Laznia con una nueva versión de la performance EU- ROPA, que consiste en que alguien elegido por el artista se tumba en una tarima y permite que él lo vaya envolviendo delante del público con tiras de telas hechas de ropa desgarrada, en una operación semejante a la de amortajar un cadáver. En una versión anterior, realizada en Cali, la persona elegida fue una mujer madura desplazada de su tierra por la violencia que, como una maldición empecinada, aún nos aterroriza. En Gdansk fueron Paola- su mujer – y Tomás – su hijo -quienes fueron envueltos por Rosemberg con las largas tiras de una sábana usada, ante un público en el que había refugiados ucranianos, víctimas ellos mismos de un desplazamiento forzado por la guerra que actualmente asola a su país. La experiencia del desplazamiento forzado no conoce en nuestra época de fronteras ni hace distinción entre continentes, climas y latitudes.

Una conciencia semejante suscita Puñado de tierra, instalación incluida igualmente en esta muestra. La componen 160 bolsas de plástico reciclado clavadas a la pared y con un puñado de tierra dentro. En cada una de ellas Rosemberg ha escrito, con su puño y letra, el nombre de un familiar o de un pariente. Quien aclara que se trata de una “especie de árbol genealógico de la familia que me tocó”.  Llevar consigo un puñado de la tierra que te vio nacer es una costumbre practicada por los emigrantes o desplazados que huyeron de Europa con poca o ninguna esperanza de regresar a su lugar de origen en el curso de los siglos XIX y XX. Entre los que es probable que se cuenten con los polacos que vivían en territorios que eran de Polonia antes que la última redefinición de sus fronteras – realizada en la conferencia de Postdam de 1945 – los dejara fuera de ellas, obligándolos a abandonarlas para siempre.  

…exhibir una muestra de su arte en Europa y en un centro de arte donde han expuesto figuras tan relevantes del arte contemporáneo internacional como Gerhardt Richter o Gilbert and George es de una importancia aún mayor. Subrayada por el hecho de que su arte no es de fácil digestión por los públicos exquisitos y porque además está profundamente arraigado en su tierra y en su propia experiencia vital.

La motivación de Puñado de tierra, que seguro dará qué pensar a su público, ancla en la propia biografía de Rosemberg. Él es quién ha llegado a ser porque sus padres – campesinos del municipio de Cartago, Valle- debieron abandonar su tierra en los años 50 del siglo pasado, obligados por las amenazas proferidas por las bandas de matones al servicio entonces, como ahora, de los terratenientes. Se vinieron a Cali para nunca más volver y esta instalación es un homenaje a su desarraigo irremediable. Como lo es igualmente el título que ha elegido para su exposición Gdansk: Labriego, cuyo significado se explica en el texto de sala puesto en la pared.

Puñado de tierra, de Rosemberg Sandoval.

La exposición la completan cinco fotos de gran formato entresacadas de los videos que documentan otras tantas de sus acciones, y la proyección de tres videos titulados Mugre, Rosé-Rose y Acciones políticas. El primero registra una de las versiones de una de las performances más extraordinarias realizadas por este artista caleño en las cuatro décadas que dura su carrera artística. Consiste en que él contacta con un indigente y le convence de participar en la acción. Luego, vestido de blanco, le busca en la calle, se lo echa al hombro y camina con él hasta una de las salas del museo o del centro de arte donde realiza el performance, y utilizando como si fuera una brocha gorda o un rodillo la mugre que impregna sus ropas, pinta las paredes blancas de la sala, y por último una tarima igualmente blanca puesta en el suelo. Luego, ambos desandan juntos el mismo camino por donde entraron y se marchan. Es enorme la agresión que esta performance supone para el espacio, por definición aséptico, del museo de arte moderno, para la propia sacralización de la pintura y desde luego para la moral farisea que se duele del trato dispensado a un indigente, al mismo tiempo que permanece ciega y sorda ante los responsables, en definitiva, de su indigencia.   

La raíz de la agresiva irreverencia de Mugre se sitúa igualmente en la singular biografía de Sandoval, quién en el texto de sala antes mencionado narra que “en mi casa, lo más aproximado a la pintura y a la performance lo hacía mi papá, un albañil salvaje al que yo de niño le preparaba los colores para sus trabajos ejecutados en las casas de nuestros vecinos. Mirarlo pintar de manera gestual, chorreada, obsesiva, desenfrenada, trepado en una escalera hechiza de guadua, amarrada con alambre era conmovedor”.   

El video Rose-Rose documenta una acción homónima, realizada en varias ocasiones por Rosemberg, en la que él, de nuevo vestido impecablemente de blanco, se sienta y destroza ramos de rosas rojas mientras las espinas de sus tallos le hieren las manos y las hacen sangrar. Y el video Acciones políticas, de 26 minutos de duración, muestra las 22 acciones que realizó de un solo tirón en un solo día. Son micro acciones, poemas visuales si se quiere, que oscilan entre la ternura de Sandoval rellenando con juguetitos una grieta en el pavimento de una carretera, y la violencia del acto de colgar de los pies a un “habitante de la calle” en el quicio de la puerta de la habitación de uno de sus hermanos en la casa paterna. En medio, la imagen fúnebre, necrofílica, de Rosemberg, completamente vestido de negro, con el cadáver de un bebé colgado de su cuello, cerca del tanque lleno de formol donde, entre otros cadáveres, flota el cadáver de su madre, muerta como él, en la más absoluta miseria.

La dirección de este último vídeo es de Mauricio Vergara, la fotografía de José Kattan, con la asistencia de Holanda Caballero. Paola Andrea Tafur fue asistente de producción y la curaduría de Labriego fue de Anna Rog. 

Puñado de tierra, de Rosemberg Sandoval.

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