Entrevista

“En Colombia los ríos son tratados como las cloacas de los asentamientos humanos civilizados”: Octavio Galvis

En el marco del proyecto Magdalena y Cauca: ríos hermanos, que adelantan de manera conjunta la Universidad del Valle y la Universidad del Atlántico, La Palabra ha dialogado en profundidad con el biólogo e investigador Octavio Galvis. El académico deliberó sobre temas trascendentales como la preservación de las fuentes hídricas en el país y el cuidado integral de los ecosistemas de cara a la pervivencia de la especie humana.

Por: Alejandro Alzate

Octavio Galvis, biólogo e investigador de la Universidad del Atlántico.
Foto: https://www.youtube.com/watch?v=e2eUEmaRoW4

Alejandro Alzate (A.A.): De acuerdo con el trabajo adelantado por el CICMAR – Caribe, ¿cómo se logra un desarrollo hidrobiológico integral?

Octavio Galvis (O.G.): En condiciones naturales, el ciclo hidrológico hace parte integral de casi todos los procesos abióticos que tienen lugar en la tropósfera y la atmósfera. El agua es la encargada de ionizar todos los elementos químicos, sirviendo como medio para que se formen nuevos compuestos e intercambien contenidos energéticos de la materia. En la biósfera, el ciclo del agua es de vital importancia para la existencia de la vida al ser el constituyente más abundante de la materia orgánica; ya sea como compuesto participante o producto de todas las reacciones metabólicas de los organismos, o como medio de transporte de compuestos desde su fuente de generación hasta donde son requeridos.

En este contexto, los ciclos hidrológico e hidrobiológico tienen una serie de requerimientos en cantidad y contenido que les permiten mantener la oferta de agua en los rangos necesarios para que la vida se dé en el planeta Tierra. La biósfera no existiría si no estuviera garantizada de forma natural la cantidad y la calidad del agua suministrada para ella. El actual estilo de vida de la humanidad ha generado la concentración de grandes agrupaciones de personas y ha dado lugar a la formación de inmensas urbes en pequeñas áreas, con lo cual se agota la disponibilidad de agua ya sea por consumo o por la disposición de los residuos del conglomerado. Al ser insuficiente la disposición de agua para ofertar en cantidad y calidad a los habitantes de las ciudades, que crecen a ritmo acelerado, y a las industrias que pululan en ellas, los gobernantes se ven obligados a plantear soluciones que permitan ofrecer agua a las comunidades citadinas. Esto conlleva a la intervención de los ríos de múltiples maneras, con lo cual se originan cambios sustanciales en el ciclo hidrobiológico.

Lo naturalmente lógico sería que las soluciones planteadas para abastecer de agua a las ciudades, requerida para su existencia y productividad, no afectaran los ciclos hidrológico ni hidrobiológico que mantienen una riqueza y biodiversidad en muchos casos desconocida. Sin embargo, ante la precipitud de dar soluciones a las necesidades a corto plazo, se opta por hacer las intervenciones de manera rápida sin tener en cuenta el entorno natural que se va a ver afectado por la solución elegida: el ecosistema.

…los ríos nacionales que transitan las grandes ciudades del país son prácticamente estériles; desde su lecho hasta la desembocadura. La pesca, uno de los bienes y servicios ecosistémicos más importantes para los habitantes ribereños, ha desaparecido casi en su totalidad.

Cabe resaltar que este funciona de manera específica en cada lugar particular, manteniendo sus componentes tanto bióticos como abióticos en equilibrio dinámico; con lo cual se permite la oferta de los bienes y servicios ecosistémicos propios de una región que, seguramente, fueron determinantes para fundar en ella una urbe. Esto conlleva a pensar que la mejor alternativa que se plantee para solucionar la problemática antrópica en las ciudades por deficiencia de agua, es la de tener en cuenta las características ecológicas que se perturben con la solución propuesta. Ante la intervención de un río que va a afectar el ecosistema y el ciclo hidrobiológico general, se debería analizar primero y después plantear medidas a la luz de los resultados de un estudio profundo y completo de la fisiología ecosistémica del lugar a intervenir; es decir, ofrecer una respuesta intervencionista integral basada en estudios con enfoque ecosistémico en la que se mantenga el equilibrio natural o se afecte lo menos posible. Una especie que desaparezca a causa de la alteración repentina de su nicho puede llevar a la reducción significativa de la biodiversidad del ecosistema, y por ende, de la oferta de bienes y servicios ecosistémicos de la región.

A.A: ¿Cómo debe ser, hoy por hoy, el uso sostenible de los recursos naturales que brindan los ríos en Colombia?

O.G: El concepto de uso sostenible de los recursos naturales hace referencia a la utilización antrópica de los bienes y servicios ecosistémicos, de manera que se mantenga imperturbable el equilibrio fisiológico del ecosistema y sea viable una convivencia sana y retributiva del uso de su oferta natural. La idea filosófica del término nos lleva a la visión de un pueblo indígena, por ejemplo, que utiliza los recursos de su entorno natural de manera que su extracción, o uso, no interfiera con el funcionamiento ecológico del lugar.

Lamentablemente, en Colombia los ríos son tratados como las cloacas de los asentamientos humanos civilizados. Son el medio para deshacerse de los desperdicios que se producen en un lugar determinado. Entre el concepto de sostenibilidad y el uso real de los ríos en Colombia existe una gran brecha. Cabe anotar que esta será insalvable sin la participación ciudadana nacional.

En la gran mayoría de casos, los ríos nacionales que transitan las grandes ciudades del país son prácticamente estériles; desde su lecho hasta la desembocadura. La pesca, uno de los bienes y servicios ecosistémicos más importantes para los habitantes ribereños, ha desaparecido casi en su totalidad. En caso de que se den capturas, mayoritariamente para la sobrevivencia familiar del pescador por su pequeño volumen, se tiene la incertidumbre sobre la calidad de la carne. Esta podría ser peligrosa para el consumo humano, ya que puede estar impregnada de sustancias tóxicas generadas por las industrias. Ahora bien, el mismo riesgo de envenenamiento lo sufren los organismos que se alimentan en la misma fuente hídrica en la cual el pescador realiza su actividad. Lo grave de esto es que puede causar problemas por la bioacumulación de sustancias tóxicas que finalmente podrían llegar a ser la causa de la desaparición de otras especies, cualesquiera que sean.

…el balance de los daños que se pueden producir por el aporte de los ríos Cauca y Magdalena con la construcción de presas, que sería lo más probable, en la transición del uso de las energías fósiles a las energías limpias, no podría ser una solución sino un daño monumental.

En consecuencia, el uso sostenible de los recursos naturales que brindan los ríos en Colombia es y será reducido, hasta que no se logre reponer el equilibrio ecosistémico de sus cuencas, restaurando con ello la mayor cantidad de elementos bióticos y abióticos necesarios para reactivar la dinámica fisiología natural del ecosistema. Por lo tanto, la actividad primordial para el uso sostenible de los bienes y servicios ecosistémicos ofertados por los ríos incluye, en la actualidad, la necesidad de recuperar los ciclos hidrobiológicos de las cuencas y no solo de los lechos.

Los municipios vierten sus aguas residuales sin ningún tipo de tratamiento directamente a las corrientes que conforman la cuenca del Magdalena.
Foto: elfrente.com.co

A.A: Actualmente, el planeta aqueja graves daños por el uso de energías fósiles. ¿Cómo pueden, en el caso colombiano, aportar los ríos Cauca y Magdalena a la transición hacia las energías limpias?

O.G: No veo una relación entre las energías fósiles y las limpias y los ríos Cauca y Magdalena. La generación hidroeléctrica es la que está entregando energía a los colombianos en un alto porcentaje. Quizás, la construcción de presas sería una forma de aliviar los problemas causados por la quema de los combustibles fósiles. Sin embargo, el daño ecológico causado por el represamiento de los ríos es inconmensurable y, tal vez, pueda llegar a ser más grave que el causado por el calentamiento global.

Con la construcción de presas en los causes de los ríos se inundarían grandes áreas en tiempos relativamente cortos; lo que conllevaría a la desaparición de una importante cantidad de especies, muchas de ellas aún desconocidas, que no tienen la posibilidad de desplazarse de sus hábitats o tienen nichos ecológicos tan especializados que no encuentran dónde subsistir. El calentamiento global, en cambio, origina cambios ecológicos a gran escala en periodos de tiempo más largos; con lo cual se permite la migración o búsqueda de refugios o ambientes más convenientes para que las especies puedan adaptarse a las nuevas condiciones imperantes. Esto garantizaría la disminución menos abrupta de las biodiversidades regionales, algo que no sucedería con la construcción represas.

Desde mi punto de vista, el balance de los daños que se pueden producir por el aporte de los ríos Cauca y Magdalena con la construcción de presas, que sería lo más probable, en la transición del uso de las energías fósiles a las energías limpias, no podría ser una solución sino un daño monumental.

…el país ha dado un gran paso al establecerle derechos legales a la naturaleza. Tal es el caso del río Atrato. Lo complejo se deriva de que iniciativas como esta de naturalizar derechos han visto la luz debido a la tenaz gestión comunitaria, cuando debería ser en sí una política decididamente estatal.

A.A: ¿Cómo están, hoy en día, las políticas públicas en relación con la explotación comercial y la preservación del río Magdalena?

O.G: Pienso que el país cuenta con un gran acopio de normas que propenden por la conservación y mantenimiento de la biodiversidad nacional. Yo diría que está sobre normatizada. Sin embargo, es evidente que dicha normatividad no ha tenido el efecto esperado en términos del amparo de los recursos naturales propios, con lo cual se pone en riesgo la oferta de bienes y servicios ecosistémicos en la cuenca del río Magdalena. Una situación similar ocurre en gran parte del territorio nacional, con lo cual se afecta de manera notable la sobrevivencia personal y familiar. Muchas comunidades se ven abocadas a la extinción o desvirtualización de su cultura como resultado de la explotación e intervención de sus entornos ambientales.

En el caso del río Magdalena, o de cualquier curso de agua lo suficientemente caudaloso para proveer algún servicio ecosistémico como transporte, supervivencia humana u otros, es factible preservar el cauce líquido con la normatividad existente. Sin embargo, el agua de la cuenca, que es el objeto principal de cuidado de un río por su función ecológica y natural, se ve afectada al perder la calidad vital que la surte. Para la explotación comercial del recurso, agua o cualquiera que sea, se debe generar una cultura de autocontrol entre los usuarios del cauce. Debe primar el manejo integral de la cuenca con un enfoque ecosistémico de ella.

A.A: Colombia es potencia hídrica, no obstante, hay una mala distribución de las aguas. ¿Podría explicar eso?

O.G: Colombia es una potencia hídrica si se tiene en cuenta que cerca del 45% del territorio nacional es océano. Este es un volumen constante que siempre está allí; no varía pese a las temporadas de lluvia o sequía. La incidencia del mencionado volumen en la Colombia continental es de gran importancia debido a que, con la alta evaporación diaria, los vientos conducen gran cantidad de agua -evaporada en las nubes- hacia la zona continental, en la cual, al llover, se produce un desembolsamiento de su contenido sobre el país, manteniendo así una oferta abundante de agua potable.

La inmensa mayoría del territorio continental está surcado por numerosos ríos que aportan su caudal a las actividades agropecuarias, así como a la pesca y la acuicultura. Son pocos los lugares donde escasea naturalmente el agua. Tal es el caso de la Guajira, el desierto de la Tatacoa, en el Huila, Candelaria, Boyacá y Mondoñedo (Mosquera, Cundinamarca).

Las épocas de precipitaciones y de estío están regidas por el comportamiento de la zona de convergencia subtropical -que anualmente se desplaza entre 23, 5º de latitud norte y sur-, que afecta a todo el trópico. La desigualdad en la distribución del agua en el territorio nacional se debe a la presencia de barreras físicas que impiden el paso de las nubes por ciertos lugares que se ven afectados. La Guajira, por la falta de montañas cerca de la costa, constituiría una excepción en la cual las brisas con su carga húmeda van directamente hasta el interior o chocan con la Sierra Nevada de Santa Marta.

El papel de las universidades, centros de investigación e institutos de investigación, entre otros, es fundamental para la planificación previa del desarrollo industrial, urbano y socioeconómico; independientemente de que este se genere cerca o lejos de las fuentes de agua natural.

La deficiencia en la oferta de agua en algunos lugares se debe especialmente a obras de ingeniería que impiden o desvían el paso del líquido, causando una escasez ficticia en la cuenca baja del río. Es claro que las intervenciones que se realizan tienen la intención de cubrir necesidades de la industria, la economía y la comunidad. Sin embargo, estas se convierten en soluciones coyunturales y, en consecuencia, pasajeras, que afectan al ecosistema e incrementan los procesos de desertificación, al tiempo que reducen la oferta natural de bienes y servicios; con lo cual se afectan las poblaciones más humildes que se beneficiaban del alimento proporcionado por el ambiente.

Otra causa antropogénica de la escasez del agua hace referencia a la deforestación de las montañas y rondas de las cuencas hídricas; con lo cual se incrementa la torrencialidad de los arroyos desde las altas montañas. Lo delicado de esta torrencialidad es que origina el arrastre de la capa vegetal e inundaciones de terrenos fértiles en las partes bajas. Estos son eventos fugaces que generan gran devastación en corta duración. Una vez pasada la temporada de lluvias, el agua se hace escasa al perder el suelo su capacidad de retención por la carencia de una capa vegetal.

A.A: ¿Hay iniciativas estatales claras y decididas en relación con la preservación de los ríos hoy en Colombia?

O.G: La nación cuenta con un gran volumen de reglas que buscan la conservación, no solo de la naturaleza, sino de todos los sistemas vitales para la preservación de la vida. Sin embargo, aún falta mucho para lograr un verdadero cambio vital en lo atinente al mantenimiento de los ríos y sus cuencas, pues rescatar el lecho del río es insustancial si no se tiene en cuenta toda la cuenca. En este sentido, el país ha dado un gran paso al establecerle derechos legales a la naturaleza. Tal es el caso del río Atrato. Lo complejo se deriva de que iniciativas como esta de naturalizar derechos han visto la luz debido a la tenaz gestión comunitaria, cuando debería ser en sí una política decididamente estatal. Actualmente, se están gestando más movimientos similares al del río Atrato para otros ríos nacionales y eso es muy positivo.

En el año 2016, la Corte Constitucional resolvió reconocer al río Atrato como un sujeto de derechos, como respuesta a la necesidad de encontrar una vía jurídica para garantizar su conservación y protección.
Foto: elquintopoder.cl

A.A: ¿Cuál debe ser el rol de la Academia colombiana- y sus centros de investigación- frente a la preservación e industrialización de sus fuentes hídricas?

O.G: El papel de las universidades, centros de investigación e institutos de investigación, entre otros, es fundamental para la planificación previa del desarrollo industrial, urbano y socioeconómico; independientemente de que este se genere cerca o lejos de las fuentes de agua natural. Para estas instituciones debe ser inadmisible la post-planificación del desarrollo de un área, ya que lo que se realizaría, entonces, no sería la planificación sino la corrección de errores cometidos en el transcurso de la colonización industrial o urbana; cuando ya el medioambiente se encuentra afectado y resulta irrecuperable. Las universidades, centros de investigación e institutos de investigación, entre otros, deben abordar, previamente a la iniciación de cualquier desarrollo en un medio hídrico natural, el estudio exhaustivo de todos los componentes de la cuenca del río en proyecto de uso, ya que el lecho del río no es el único que se va a afectar, sino todo el ecosistema.

De la misma manera, estas instituciones deben prever las pautas para la protección, recuperación, restauración, conservación y preservación de las cuencas hidrobiológicas de una manera integral y propia a cada río y ecosistema; teniendo en cuenta todos los componentes ecológicos, bioculturales y económicos reunidos armoniosamente que permitan un resultado sostenible en el tiempo y el espacio del desarrollo planteado. Es muy importante el enfoque ecosistémico en las investigaciones.

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