Tema Central – La Divina Comedia 700 Años Después
La Divina Comedia
700 Años Después
Un Clásico Vigente
Como Cervantes, como Shakespeare y como Virgilio a quien tanto amó, Dante vivió en una época convulsonada por las contradiciones políticas y traspasada por las guerras, el pensamiento y la literatura. Una de las posibles lecturas de su obra nos puede enseñar que aunque hay momentos en que vivimos en el Infierno, el amor y la razón nos pueden conducir al Paraiso.
Por: Edgard Collazos Córdoba
Escritor y profesor de Literatura, Univalle
Dante y Virgilio visitando el infierno, por Rafael Flores.
Foto: https://bit.ly/3tbMjRT
¿Quién fue este hombre que hoy comparte con Homero, Cervantes y Shakespeare el olimpo de la literatura?
Su nombre era Durante, le decían Dante y quería decir: el que da. Su madre soñó que lo trajo al mundo cuando se hallaba tendida sobre un verde prado, bajo un alto laurel y junto a una diáfana fuente. En el sueño sintió nacer al niño y luego lo vio nutrirse de las bayas del laurel y beber de las aguas puras de la fuente, después lo vio transformarse en un pastor, que al intentar atraer hacia él las ramas del gran árbol para atrapar los frutos, cayó al prado, y al instante lo vio convertido en pavo real.
¿Fue realidad o imaginación de los poetas?
Eso narra la leyenda recuperada por Boccacio cuarenta años después de su muerte. Sobre la urdimbre de esa ficción y bajo su tono mítico debió escribirse la verdadera y extensa biografía filosófica que en el decurso de siete siglos nadie se atrevió a escribir. Una de las causas puede ser la no usual recepción de las obras literarias, como se hace en la modernidad. Otra, la ausencia del género biográfico iniciado en el siglo XVIII, o de un biógrafo de la categoría de Boswell, como lo tuvieron el Dr Johnson y Rousseau, y otra, la creación del otro Dante, creado por él mismo, quien entró temblando de terror en la tiniebla eterna, tan real y similar el uno al otro, que los momentos de espanto calcinados e infernales del creado se confundieron con los acervos asuntos terrenales del creador, y así el universo de lo real entró en la fantasía y ya no fue posible remontar la actividad vital de su espíritu.
Aun así, en setecientos años la humanidad no se ha contentado con los miles de sabios documentos creados sobre su obra, documentos que suplieron la ausencia de la biografía que la literatura reclama sobre su vida y su carácter y los suplicios que lo llevaron a la escritura.
Gracias a esa circunstancia, más de catorce mil versos que integran la Comedia no lograron suscitar polémicas en torno a su autoría y fue un obstáculo para que siglos después los estudiosos y antidantistas crearan una discusión llamada la cuestión Dante, como sucedió con Homero y Shakespeare. Solo queda en entredicho la autoría de la Carta a Cangrande della Scala, donde expresa las claves ocultas de la lectura. Los estudiosos están de acuero en que sea o no obra de Dante, esta carta expresa el sentir de la Edad Media. Pugna a favor de su autoria, el hecho de que en el Convivio Dante expone una lectura similar.
Dante and Beatrice, por Henry Holiday.
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¿Y el carácter de este poeta era su pecado?
Su amigo, el pintor Gioto, lo plasmó con una fruta en la mano. Por él sabemos que era belfo, de ceño fruncido. Las crónicas de su tiempo narran que era paciente, pues se aplicaba a la curiosa labor de amaestrar gatos, también cuentan que era de carácter austero, misterioso y soberbio. Esos detalles, unidos a la vastedad de su obra, ha inducido a través de los siglos a detractores y apologistas de diferente valía a definirlo de muchas maneras: Benedetto Croce se refirió a su obra como un inmenso poema teológico político; René Guénon en su libro El Esoterismo de Dante, lo ve como un secreto militante de la orden templaria; el orientalista Asin Palacios, en su Dante y el islam, lo considera bajo la influencia de Mahoma.
Otros pretenden hacer de su obra una misteriosofía y hay quienes ven en él a un profeta tipo hebreo. También hay quienes lo consideran como un santo que escribió el primer poema sacro de la historia. Papini aseguraba que hay en su arte algo de los arúspices de la Etruria, de aquellos adivinos afectos a los mitos subterráneos y a las divinidades de ultratumba. Sus detractores lo acusan de hereje y aseguran que su obra ha caído en el olvido. Cada una de esas definiciones nos interesa y todas contienen mucho de verdad, solo que aquí es relevante verlo dentro de una estética peculiar que considera al arte como un valor de verdad, identificado con la belleza, por la razón de que el arte no debe imitar a las religiones y en esta sensata apreciación, en esta instancia, tampoco el artista debe creer que su obra es una revelación. Más provechoso es pensar como siglos después de publicada la Comedia lo vieron en el siglo XIX los círculos Románticos: como uno de los grandes poetas de la historia. Claro que esta mirada no excluye la lectura alegórica, donde se cuece una gran parte de la obra, y se expone la manera del gusto de los medievales por el símbolo y el sobresentido.
El escritor alemán Rudiger Safranski nos recuerda que August Wilhelm Schelegel, al preguntarse por el encanto de la obra de Dante, por su capacidad de atraer, por el placer que produce, respondió que leemos la Comedia no porque ilustres verdades católica, la leemos atraídos por su belleza, criterio que se une al de W.H. Auden cuando dice que:
“leemos a Dante por su poesía, no por su teología que puede encontrase perfectamente en otros sitios” W.H. Auden, El arte de leer, ensayos, Lumen, pag 105, Barcelona, 2013.
Morte di Francesca da Rimini e di Paolo Malatesta, por Alexandre Cabanel, 1870.
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Por eso es provechoso que leamos la Comedia a partir de una conciencia netamente artística y concluir que, arte, poesía, interés estético, filosofía eso es la obra del poeta florentino.
Me atrevo a pensar que él mismo, antes de crear la bellza para glorificar lo divino, estaba interesado en exponer los misterios del ser a través de los secretos creativos del arte, y que nunca sintió estar revelando una segunda biblia, tal como procedió Schiller al escribir Los dioses de Grecia, no se sintió ligado a la religión pagana.
Por eso es necesario mirar la Comedia desde el arte, en busca de la fecundidad de elementos y recursos artísticos con que está sazonada su invención. Quizás también porque la poesía es religión, mito, sacralidad, profecía, y el material con que está recubierta toda la Comedia.
El infierno existía en el imaginario de los medievales, la invención de Dante es el tema y el recorrido
El reto de escribirla
La Comedia es el cumplimiento de un compromiso personal, o una promesa de amor adquirida por el joven Dante, quien hacia 1294 había publicado la Vida nueva, una autobiografía o crónica donde nos manifiesta la relación con Beatriz. En ella el joven poeta claudica en el propósito del recuento y se propone no decir más sobre esta mujer especial hasta que esté en condiciones poeticas de tratar el tema de una manera más elevada, decir lo que nunca se ha dicho sobre otra y es la Comedia el cumplimiento de ese comrpomiso.
El resultado fue siglos de pensamiento y creación revisados por Dante desde la tradición narrativa de Occidente y Oriente. Es indiscutible que Dante adoptó formas del pensamiento científico medieval, como veremos más adelante y si bien es cierto que hay un enorme endoso de la literatura clásica griega, también están presentes los subgéneros desprovistos de los factores que ungían a la epopeya. Estas literaturas creadas con narraciones fabulosas e históricas son de origen oriental, asirio, persa o egipcio, recogidas de las tradiciones orales, o recogidas de las memorias de los narradores de Menfis por Heródoto. Si leemos el modo de escribir la historia, de Luciano, comprenderemos la manera de fantasear y escribir en aquella época: expediciones imaginarias, leyendas de pueblos, viajes apócrifos y fantásticos, descripciones de regiones fabulosas, como lo encontramos en la Isla Afortunada de Iámbulo o en Pancaya de Evhemero y de mejor manera en Las costumbres de los hiperbóreos de Hecateo de Abdera.
De estás literaturas engendradas por la imaginación oriental y análogas al género de la novela moderna, son didáctico ejemplo: La Matrona de Éfeso, incluida en el Satyricon de Petronio y Asno de Oro de Apuleyo. Dichas narraciones tienen de alguna manera un carácter doctrinal sin que esto invisibilice su fama de obscenas. Pero la ironía y el sarcasmo utilizado por Luciano es el manto que cubre ciertos episodios de la obra de Dante, donde las narraciones y el razonamiento filosófico alterna con la Comedia e incluso llegan a influenciar a Voltaire. Luciano es no solo una de las fuertes influencias en Dante, su vasta sombra cubrió por siglos las obras de los mejores narradores:
La Divina Comedia, o la Comedia, como se llamó en su origen, es inicialmente la historia de amor de un peregrino llamado Dante, que un Viernes Santo, sin saber por qué, se encuentra perdido en una selva oscura, cerca a la puerta del infierno. Está perdido y atribulado y le obstaculizan el camino tres vestias. Con pánico, observa que aparce un hombre que no es otro que Virgilio, su amado poeta, quien viene enviado por una dama llamada Beatriz, quien está en el cielo, con la misión de conducirlo al paraíso.
El recorrido de Virgilio y Dante es arduo tanto para el Dante peregrino, como para el Dante que escribe. El primer verso es la cifra indicadora del compas de esa enorme partitura, la selva oscura es el inicio del viaje. Empieza con un misterio que nadie ha descifrado, nunca nos dice dónde estaba, ni él mismo lo sabe, ni sabe cómo entró en ese lugar inhóspito:
No sé explicar muy bien cómo entré allí,
porque tenía mucho sueño cuando
abandoné la senda verdadera.
Inf, 10 – 12
Retrato alegórico de Dante, pintor desconocido.
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Pienso que el recorrido es el largo poema. El poeta ha debido considerar como punto fundamental la idea del más allá después de la vida. Era inevitable que esa idea no lo llevara a pensar que, con extender el tiempo a regiones eternas, a geografías de terror y premio, estaba modificando los esquemas de la relación espacio- tiempo en la tradición literaia. Era consciente de que la idea ya estaba en culturas anteriores a la de la Edad Media, de donde el cristianismo las había heredado, añadiendo la esperanza de una vida después de la muerte como promesa fundamental y como advertencia del pecado.
Si hay algo original en la Comedia, es la creación de los espacios del más allá, la presencia de los condenados y los ámbitos. El escritor, que es el mismo Dante, solo sabe que ha sido una noche muy tormentosa y no desea recordarla, porque al haerlo: vuelvo a sentir miedo (che nel pensier rinova la paura), nos dice.
Se sabe que es la noche del Viernes Santo, 25 de marzo de 1300. El sol se hallaba en el signo de Aries, y por lo tanto era la estación de la Primevera, la misma época, en que según la opinión de los Santos Padres Dios creó el mundo:
Era el primr albor de la mañana:
el sol salió rodeado de los astros
que iban con él cuando el amor divino
dio a las estrellas el primer impulso
Inf 1, 37-40
Estaba extraviado e invadido por un estado de angustia, intensidad que sirve para que se levante toda la narración de los 14.200 versos, (la notte chí passai con tanta pieta). Solo después de reposar un poco empezó a andar por la desierta cuesta (ripresi via per la piaggia diserta) Camina de la selva oscura a la puerta de entrada. Ya es la priemra hora de la mañana, cuando se encuentra con las fieras que le impiden pasar (Temp éra dal principio del mattino) en ese impase se encuentra con Virgilio que ha salido del Limbo y viene en su ayuda y lo alienta a iniciar la peregrinación, e inicia el segundo canto, dando comienzo a la priemera parte del poema, a la invocación de la obra total. Virgilio consuela a Dante diciéndole que ha sido enviado para ser su guía y el extraviado inicia su peregrinación por los caminos del más allá, mientras el Dante que escribe se encomienda a las musas, al ingenio inventivo y a su potencia intelectual.
¡Oh, musas, ayudadme, oh, alto ingenio,
memoria que escribiste lo que vi,
aquí se hara evidente tu excelencia.
Inf 2, 7-9
Esas musas serán otra vez invocadas en el Purgatorio, en espacial Calíope, la de dulce voz, aunque la invocación perenttoria es a Apolo, para pedirle que le permita representar el reino de los bieaventurados.
Beatrice guiando a Dante en escena del Paraíso de la Divina Comedia, de Dante Alighieri (1265-1321), miniatura veneciana, siglo XIV.
Foto: https://bit.ly/38DwhXg
Ya seguro el Dante escritor, de su inspiración, los dos peregrinos transitan un camino del que se hace poca referencia. Es importante para el efecto de la narración en el lector, que nos comunique el estado de tribulación que empieza a sentir, por eso nos informa con detalle que empieza a caminar hacia la izquierda. Y atemorizado como está, Dante siente la desolación cuando se encuentra con la dura inscripción que hay en la puerta del Infierno:
Por mí se entra en la ciudad doliente,
Por mí se entra en el dolor eterno,
Por mí se llega a la perdida gente.
Inf, 3, 1 – 3.
Es en ese momento cuando Dante ve al Aqueronte pasando las almas y cuando un rayo de luz intensa lo deslumbra y cae sumido en un sueño profundo. Lo despierta un trueno:
Fue interrumpido mi profundo sueño
por un lúgubre trueno, y volví en mí
como aquel que a la fuerza es despertado.
Inf, IV, 1-3
Continúan el camino y se dirigen al Limbo, y podríamos pensar que es el primer círculo del Infierno, donde se encuentran con Homero, Horacio, Ovidio y Lucano.
El segundo círculo es extenso (notemos que está narrado en varios cantos). En el canto V, está Minos, el juez. Es el lugar donde se atormenta a los lujuriosos. Allí tiene el encuentro con Franxesca da Polenta, esposa Giovanni Malatesta, señor de Rimini y pasamos al tercer círculo.
El tercer círculo narrado en el canto VI, describe el sitio donde están castigados los glotones. Nos enteramos dónde se encuentran, porque Dante lo dice al final del canto.
Dimos toda la vuelta al tercer círculo
hablando de otras cosas que no cuento
y llegamos al punto del descenso:
allí estaba Plutón, gran enemigo.
Inf VI, 12 – 15
Vemos que está en el tercer círculo, un segmento o porción del lado exterior de la Estigia:
Bordeamos aquel sucio pantano,
entre el margen y el légamo, un buen trecho,
mirando hacia las almas enfadadas.
Y llegamos al pie de una alta torre.
Inf, VII 127-130
En el cuarto círculo, narrado en el canto VII, se encuentran con Plutón. Allí están los castigados por el pecado de avaricia y prodigalidad. Luego entran en el quinto círculo donde se halla la laguna Estigia. En el canto VIII se narra cuando los dos peregrinos bordean la laguna, y Flegiás acude en su barca para conducirlos a la ciudad de Dite. Antes de llegar a esta ciudad donde los demonios les impiden el paso, en el camino ven a los envidiosos y a los soberbios:
Al fin llegamos junto a los profundos
fosos de aquella tierra sin consuelo;
de hierro parecían las murallas.
Y después de un larguísimo rodeo,
llegamos a un lugar en que el piloto
grito: “Desembarcad. Esta es la entrada.
Inf, VIII, 76 – 81
De ahí, parten hacia el sexto círculo, por la parte externa, siempre descendiendo:
Y ahora prosigamos, pues conviene:
Piscis asoma por el horizonte,
y ya está el Carro donde sopla el Coro,
y mucho más allá sigue el descenso.
Inf XI, 112 -115
Paolo and Francesca da Rimini, 1867, por Dante Gabriel Rossetti (1828-1882).
Foto: https://bit.ly/38FfiUG
En estos versos podemos apreciar el conocimeinto que tenía Dante del cosmos, pues describe la cercanía de la aurora del día 9 de abril, cuando aparece la constelación de piscis en el zodiaco y la podemos ver ya en el horizonte, mientras que la Osa mayor, llamada en la Edad Media, el Carro, va en dirección del viento que expira entre el poniente y la tramontana, y a eso se refiere cuando habla del Coro. Es antes de rayar el alba. Luego se dirigen a la selva de los suicidas y al arco del octavo círculo.
En el canto IX, logran entrar a la ciudad y ya estamos en el sexto círculo, el lugar donde están los sepulcros ardientes, aquí yacen los herejes. En el canto X, siguen en el círculo sexto. Tienen unos encuentros importantes que ya describiremos cuando veamos el Infierno. Ahora se dirigen hacia el séptimo círculo, donde se encuentran con la furia del minotauro, quien vigila este círculo, donde están los violentos sumidos en un río de sangre hirviente, vigilados por los centauros.
Pero mira hacia el valle, que está cerca
el sanguinoso río en el que hierven
quienes con los demás fueron violentos.
Inf, XII, 46 – 48
Este círculo es ampliado en el canto XIII, cuando llegan al segundo recinto del séptimo círculo, para pasar al tercero, conformado por una llanura desierta, donde los violentos contra Dios son castigados por una lluvia de fuego. Así transitan el recinto tercero hasta que en el canto XVI se narra la precipitación del río infernal y aparece Gerion para transportarlos al Malebolge. En el canto XVII, llegan sentados en la grupa de Gerión al octavo círculo.
En el canto XVIII los dos peregrinos inician la travesía por los puentes de las diez bolsas. Los sucesos de este círculo son contados casi todos en los cantos que van del 19 al 30 y en el canto 31, se narra cómo Virglio y Dante se dirigen al pozo que da paso al noveno círculo, donde están los gigantes.
La narración del noveno círculo inicia en el canto 32. En este círculo se camina lentamente como ocurre con las procesiones sagradas. Este tiene cuatro recintos. el primer recinto es llamado Caina. Ahí se encuentran castigados quienes atentaron contra su propia sangre. Y en el segudo la Antenora, donde se encuentran los traidores políticos y en el último momento, encuentran con Ugolino della Gherardesca, quien cuenta su historia a Dante en el canto XXXIII y luego pasan al tercer recinto del circulo, la Tolomea, donde están castigados aquellos que quebrantaron la confianza que fue depositada en ellos. Luego llegan a la Judesca, cuarto y último de los recintos, ahí se encuentran recluidos los verdaderos traidores y en medio de ellos está Lucifer, Bruto y Cazio. Para atravesar el centro de la tierra, Virgilio y Dante pasan rozando el pelo espeso del cuerpo malvado de Lucifer y ya pueden alcanzar el otro hemisferio y alentados y triunfales, vuelven a ver las estrellas.
Si leemos detenidamente, Virgilio y Dante dan diez vueltas. Si dividimos los 360 grados de la circunferencia, vemos que, en cada vuelta, caminando por la izquierda, recorren 36 grados, antes de llegar al Antipurgatorio, donde comienzan a oscilar entre derecha e izquierda, como si Dante quisiera mostrar los hostigamientos mentales del Dante viajero, nacidos del temor, y ahí van a iniciar la subida por la montaña amable. Inícian recorriendo la parte septentrional de la montaña, iluminada por el sol durante el equinoccio. Vemos que inicialmente la sombra de Dante se proyectaba ante él, y al llegar a la cima, él está tras el sol. Ahora caminan hacia la izquierda del río:
Así en el refulgir del santo fuego
hacia el que me volví vi el gran anhelo
que él tenía de hablarme. Y así me dijo:
Estás ahora sobre el quinto grado
del árbol que en la cima está y que siempre
de eternos frutos sin perder las hojas.
Paraiso XVIII, 28 – 30
Se dirigen hacia el mediodía, y llegan alugar donde el caudal da vuelta y sigue hacia levante, a la izquierda. Vemos a Matelda que camina al lado derecho del río y aquí rehace los cincuenta pasos que había dado hacia el sur.
Los fantasmas de Paolo y Francesca aparecen ante Dante y Virgilio, por Ary Scheffer, 1835, Colección Wallace, Londres, Inglaterra.
Foto: https://bit.ly/3h0XRlQ
Al llegar al Paraíso celeste, no hay especificaciones espaciales, ni hay tiempo ni cronología, solo referencias precisas a la velocidad del ascenso. Aquí Beatriz y Dante son un tenue rayo de luz que pasa sin deshunir la incorruptible substancia de los cielos. Desde ahí Dante obserba la tierra sobre el meridiano de Cádiz:
Desde el momento en que la vista alcé,
advertí que me había desplazado
de la mitad al fin del primer clima:
vi más allá de Cádiz el trayecto.
Paraíso XXVII, 82 – 84
Ahí se sorprende que cuando lo había observado estaba sobre el meridiano de Jerusalén:
Por eso antes de que más te enelles,
mira hacia abajo, advierte cuán parte
del universo está bajo tus pies,
Para que así, con plenitud gozosa,
tu corazón se muestre ante la escuadra
triunfante de la bóveda celeste.
Paraíso XXII, 127 – 132
En ese momento falta una hora para que salga el sol y luego pasa al Empireo, donde todo es luz intelectual.
Dante no solo fue un hombre de letras. Su vida estuvo atravesada por la militancia en uno de los partidos que pugnaban por el poder político en Florencia. Imerso en la lucha entre Guelfos que apoyaban el poder supremo del papa y los Guivelinos, partidarios del poder del emperador, un día es desterrado y condenado a muerte
El núcleo de la historia:
Amor que un tierno corazón cautiva
Tenía nueve años cuando el primero de mayo un hecho esencial y definitivo se fijó en la vida y en la imaginación del futuro poeta. Un hecho vital, productor de visones, de pensamientos y de impulsos literarios. Un ciudadano llamado Folco Potinari dio un festejo en su casa al cual asistió el infante poeta. Mezclada entre los niños que iban y venían en la fiesta, se encontraba una hermosa niña de agradables y delicados ademanes, menor un año que Dante:
“Luego de mi nacimiento, el luminoso cielo había vuelto ya nueve veces al mimo punto, en virtud de su movimiento giratorios, cuando apareció por vez primera ante mis ojos la gloriosa dama de mis pensamientos.”
Dante Alighieri, vida nueva, universidad Nacional Autónoma de México, México 2000, pag 47.
Nos dice que era menor un año que él:
“Había transcurrido de su vida el tiempo que tarda la estrella del cielo en recorrer hacia Oriente la duodécima parte de su grado y, por tanto, aparecióseme ella casi empezando su noveno año y yo la vi casi acabando mis nueve años”.
Dante Alighieri, vida nueva, universidad Nacional Autónoma de México, México 2000, pag 47.
Era la hija de Folco y de Cilia Caponsacchi, a quien llamaban Bice, diminutivo de Beatriz. De aquel primer encuentro nace la historia de su amor y nace la otra Beatriz, creada por la unión de la alegoría y la poesía para regir la Vita Nuova y la Comedia.
Dante and Virgile, por William Bouguereau.
Foto: https://bit.ly/38EiaRD
La volvió a ver nueve años después, cuando ya ella había cumplido diecisiete. El pasaje lo relata el mismo poeta en la Vita Nuova:
“Transcurridos bastantes días para que se cumplieran
tras la supradicha aparición de la gentilísima criatura, aconteció
que la admirable mujer aparecióseme vestida con blanquísimo
indumento, entre las gentiles mujeres de mucha mayor edad.
Y al entrar en una calle, volvió los ojos hacia donde yo, temeroso,
me encontraba, y con indecible amabilidad, que ya habrá
recompensado el Cielo, me saludo tan expresivamente, que
entonces creíame transportado a los últimos linderos de la felicidad.
La hora en que me llegó su dulcísimo saludo fue precisamente la
nona de aquel día, y como se trataba de la primera vez en que
sonaban sus palabras para llegar a mis oídos, embargóme
tan dulce emoción, que apartéme, como embriagado, de las gentes,
apelé a la soledad de mi estancia y púseme a pensar en aquella muy
galana mujer”
Vita Nuova, III 48, Universidad nacional Autonoma de Mexico, 2000
Desde los primeros años, después de la publicación de la Comedia, la crítica, inducida tal vez por la carta que el mismo poeta enviara a Can Grande Della Scala, donde le explica que una de las posibles lecturas de su obra es la alegórica, Beatriz ha sido entendida como la sabiduría divina o teológica, pero entenderla sólo así es hacer lectura parcial, porque es inevitable sentir que la mujer creación del poeta se confunde con la Beatriz de la realidad. Cuando Virgilio habla de ella, sentimos que su carácter actúa como lo hace todo personaje de novela. Aceptar a Beatriz solo como una forma alegórica es mutilar la idea del carácter de la ficción de esa singular historia de amor y de la creación del escritor, ya que el personaje, quien quiera que haya sido, es la base del concepto del encuentro con una vida nueva, tan esencial para la obra, representada en la historia de amor. Desde el momento en que Virgilio le comunica al atribulado peregrino perdido en oscuridad de las brasas infernales, que viene enviado por Beatriz, es tan real su bondad, se torna tan gentil su persona, que es imposible no aceptarla humanamente. Erich Auerbach en su libro: Dante poeta del mundo terrenal, piensa que:
“Hay tanto de real y de personal en ella, que uno tiene derecho a considerarla una figura humana, indiferentemente de si esas indicaciones sobre acontecimientos reales se refieren o no a una determinada persona. La manera disyuntiva de considerar las cosas que sólo acepta o bien esto o bien lo otro: o bien Beatriz vivió y Dante la amó realmente y entonces la Vita Nuova es literatura autobiográfica, o bien todo el conjunto es una alegoría – por consiguiente, una mistificación -, una construcción poco poética que derrumba uno de nuestros más bellos ideales, esta manera de razonar es tan ingenua como antipoética”.
Erich Auerbach, Dante poeta del mundo terrenal, pag 103.
No piensa así Umberto Eco, basado en la condición medieval, para él la representación alegórica es esencial como conducción de una lectura acertada. Al respecto nos dice:
“El tipo de lectura propuesto por la Epístola XIII es radicalmente medieval. Para contestarlo no hay que cuestionar toda la visión medieval de la poesía e intentar lecturas de tipo romántico o posromántico en la que se desconozca todo derecho a la representación “polisémica” y al juego intelectual de la representación. Una lectura que, lo sabemos, no inhibe la comprensión de tres cuartas partes, o acaso más del poema dantesco, que requiere, por el contraio, una recta y simpatética comprensión del gusto medieval por el sobresentido y por la significación indirecta, alimentada de cultura bíblica y teológica.”
Umberto eco, Arte y belleza en la estética medieval, Grupo editorial fabri, 2012 pag 194-195.
Casa di Dante e incontro di Beatrice.
Foto: https://archivio.fototeca-gilardi.com/item/it/1/38326
Conforme con recibir de ella un saludo cuando la encontraba en las calles de Florencia, las tribulaciones de Dante por el amor de Beatriz adquieren un dramatismo nacido de la misma fuerza vital de ese amor. Una fuerza que también le dictaba la imposibilidad de alguna realización. En adelante finge estar enamorado de otra dama a la que escribe rimas y poemas, tanto, que el rumor de ese amor crece en la ciudad acompañado de una fama de hombre vicioso y una tarde, ante un nuevo encuentro, Beatriz le niega el saludo.
Se dice que la amó desde aquel temprano momento de su vida. No se sabe si alguna vez fue correspondido, o si sólo fue la fuente inspiradora, como sucedía en los poetas de Provenza, un pretexto para dirigir su inspiración desbordada, pero en algunos casos el poema tiene una relación de la realidad con el suceso creativo, como cuando escribió el soneto: “!Oh mujer que mis burlas aderezas”.
¡Oh mujer que mil burlas aderezas
con tus amigas viendo mi figura!
¿Sabes que vengo a ser nueva criatura
en la contemplación de tus bellezas?
Si lo supieras, toda gentileza
fuese quizá la mofa que me apura,
que Amor, pues tu visión me transfigura,
cobra tantos arrestos y fierezas,
que ataca aciagamente mis sentídos
– ora parecen muertos, ora heridos -,
dejándome tan solo que te vea.
Cariz, por consiguiente, muestro ajeno,
si bien en mi persona es donde peno
el mal que en mi dolor se regodea.
Dante Alighieri, Vita nuova, Universidad nacional Autónoma de México, México 2000, pag 65.
La génesis de este soneto está en la Vita Nuova, donde Dante relata el tercer encuentro. Narra que cierto día fue llevado por un amigo a un lugar donde estaban reunidas muchas mujeres bellas que se encontraban acompañando a una dama recién desposada y allí encontró a Beatriz. Nunca sabremos, si para ilustrar el profundo sentiminto arraigado en su concepción de amor, expone con exagerado estupor el sentimiento. Narra que antes de reconocerla, fue víctima de un extraño temblor que se extendía por todo el cuerpo desde el lado izquierdo del pecho. El poeta intentó ocultarle a la concurrencia el padecimiento que lo acongojaba, y al levantar la vista, se encontró con la gentileza de Beatriz:
“…y fueron de tal modo aniquilados mis espíritus por la fuerza que amor adquirió viéndome tan próximo a mi bellísima dama, que solo quedaron con vida los de la vista, si bien parecían fuera de su sitio, como si Amor quisiera ocupar su lugar nobilísimo para ver a la admirable señora. Y aunque yo me hallaba demudado, mucho dolíanme estos traviesos espíritus la vista, que, lamentándose fuertemente decían: Si Amor no nos lanzara fuera de nuestro sitio, podríamos estar mirando a esa maravillosa mujer como están mirándola los ojos de los demás. A todo esto, muchas de aquellas damas, advirtiendo mi transfiguración dieron en asombrase y empezaron a burlarse de mí, hablando con mi amada, por lo cual mi equivocado amigo cogióme de la mano, me sacó fuera de la presencia de dichas señoras y me preguntó que me pasaba. Yo, más tranquilo ya, resucitados los espíritus muertos, repuestos los lanzados, respondí a mi amigo de este modo: “Puse los pies en esta parte de la vida más allá de la cual no se puede pasar con propósitos de volver”.
Dante Alighieri, Vita nuova, Universidad nacional Autónoma de México, México 2000, pag 64
Se sabe que el poeta estuvo casado con Gemma, la hija de Manetto Donati. Beatriz contrajo matrimonio con Simone de Bardi en 1287 y eso lo atormentó, sin sospechar que pasarían sólo algunos años para que otro suceso hincara en su corazón el frío de la desdicha, pues apenas cumplidos los veinticuatro Beatriz fue alcanzada por la muerte.
Como vemos, Dante vivió los momentos íntimos que todo hombre vive y de los cuales está constituida una vida. Pero consideremos que hay también en todo artista una biografía espiritual, interior, tan secreta y tan anónima a la cual está unida la virtud creadora e intelectual, aquello que da unidad a su creación y eso debió de significar la idea del amor, la cual encontró coherencia cuando pudo unir a su experiencia al nuevo concepto del Stil Nuovo y su relación con otros sucesos de su juventud. Así que mientras acaecían las experiencias vitales, los episodios definitivos para la inspiración de la futura obra, también recibía la educación de la época de acuerdo con su posición social.
Tu manera de hablar dice bien claro
cuál es la noble patria donde naciste
Inf X, 25.26
Su voz, el tono y su tradición familiar
En nuestro tiempo no es difícil arriesgar conjeturas sobre la parte secreta de la vida de una celebridad. Los Románticos nos acostumbraron a biografías de artistas y poetas de asombrosas carreras y de experiencias vitales en la tierra. La vida de Dante cumplió con esa severa premisa. Nació a finales del mes de mayo de 1265 y su juventud estuvo ligada a los destinos de la ciudad. Por esos días aún se recordaba con orgullo la grandeza de Roma y con tristeza la caída total del Imperio en manos del bárbaro Odoacro en el año 476. Aún en el Trecento, sobre las altas colinas tutelares de Florencia perduraban los majestuosos castillos donde vivieron los señores de estirpe longobarda, aquellos que dieron el golpe final al Imperio Romano en épocas de su decadencia y luchas políticas. El poeta nació de una familia por tradición defensores del papa. Los Alighieri desde tiempo atrás estuvieron ligados al partido de los güelfos, quienes en el marco de la historia medieval italiana participaban en la contienda contra los gibelinos partidarios de los emperadores alemanes. Boccaccio en su Breve tratado en alabanza de Dante, con el fin de relatar el histórico origen de la familia, se remonta a la destrucción de la ciudad azotada por Atila y sus vándalos. Refiere el autor del Decamerón, cómo la ciudad pasó hundida y desolada en los escombros por más de trescientos años, hasta que Carlomagno, por la época en que los árabes se posesionaron del Mediterráneo, no sólo ordenó reedificarla, sino que la amuralló al igual que a La Ciudad Eterna y le restituyó el ánimo imperial. Entre los habitantes que llegaron a la nueva ciudad, estaba un joven noble a quien lo florentinos llamaban Eliseo, quien se dio a la ardua y ordenada tarea de reconstruir calles y ordenar remodelaciones y al final, tras contraer matrimonio se volvió ciudadano florentino. Sus descendientes se hicieron llamar Eliseos, de los cuales muchos años después, en 1106 nació el tatarabuelo de Dante, Cacciaguida, a quien en la juventud sus progenitores le dieron por esposa a una doncella de Ferrara de apellido Aldighieri, y así sus descendientes decidieron adoptar el nuevo nombre de familia y desapareció el de Eliseo. Por boca del tatarabuelo Cacciaguida, nacido en la primera década del año 1100, al que Dante encuentra entre los celestes bienaventurados del cielo de Marte, sabemos que participó en la segunda cruzada donde murió combatiendo por la fe de Cristo y entre detalles relata cómo fue la virtuosa vida de los ciudadanos de Florencia en el siglo XII, de su vida y de sus parientes. Es importante resaltar que el poeta hace hablar a Cacciaguida en latín, protegiendo la verosimilitud del encuentro:
O sanguis meus, o superinfusa
gratia Dei, sicut tibi cui
bis unquam celi ianua reclusa
Paraiso XV, 28 -30
Muy pocos traductores traducen los versos de Cacciaguda, pero está versión es quizás una de la más acertda.
¡Oh sangre mia
Oh superabundante gracia de Dios
¿Quién como tú ha visto abiertas ante si las puertas del cielo?
Paraíso XV 28-30
Dante y su obra están unidos a la historia de Europa. Su formación intelectual y artística son hijas de la situación social y política de Florencia. Su padre fue Alighiero II di Bellincioni dÁlighiero, un burgués en decadencia, casado con Gabriella, quien murió unos pocos meses antes de que Dante cumpliera los doce años.
Tumba de Dante.
Foto: https://es.aleteia.org/2016/09/19/cual-es-la-verdadera-tumba-de-dante-alighieri/
De sus antepasados se sabe lo necesario para conceptuar sus pareceres sobre la historia. Por su tatarabuelo se entera cómo fue la historia de la ciudad, de la idílica vida que vivieron sus antepasados, de sus costumbres, del esplendor de una época y luego hace que se remita a su estirpe, narrando la presencia de Maranto y Eliseo, sus dos hermanos. La frase inicial del encuentro es portentosa para el canto – “O fronda mía in che io compiacemimi” (Oh esqueje mío a quien tanto he esperado).
Fui hermano de Moronto y Eliseo;
desde el valle del Po vino mi esposa,
y de su rama viene tu apellido.
Después seguí al emperador Conrado,
y él mismo me invistió de caballero,
pues mis buenas acciones le agradaron.
Combatimos la inicua religión
del pueblo que, por culpa de los malos
pastores, ocupó la Tierra Santa.
Aquella torpe raza me libró
de los falaces lazos de este mundo
cuyo amor envilece a tantas almas,
y hasta en paz me trajo mi martirio
Paraíso XV, 136 -148
Ese pasado heroico de Cacciguida, quien como él mismo refiere a su tataranieto, murió por la fe, posiblemente en Calabria, combatiendo contra la inicua religión de los sarracenos, debió influir demasiado en el poeta, quien se sintió desde su infancia perteneciente a un orden moral que dominaba el mundo. Dante conocía la historia de sus familiares ligada a la reconstrucción de Florencia, destruida por Atila. Sabía que sus antepasados llegaron a la ciudad en épocas en que Carlomagno iniciaba la reconstrucción:
“Fueron conocidos por los Elisei; y, de acuerdo con el mimo autor, Cacciaguda se casó con una doncella de los Alghieri de Ferrara, lo que hizo que se olvidara el primitivo patronímico. Uno de los vástagos de esta rama familiar se casó con la hija de Bellinción Berti, y un hijo de este matrimonio, llamado Bellincione, tuvo, siendo emperador Federico II (1220 – 1250), a Alighiero II, quien contrajo matrimonio con Bella, perteneciente, según parece, a una rama pobre de la noble y poderosa familia de los Abafi; la cual, tras darle a Dante y a una hija, murió hacia 1278. El viudo no tardo en casarse con doña Lapa di Chirissimo Cialuffi, dama que dio a Dante dos mediohermanos, llamados Francisco, con el que parece se llevó siempre muy bien, y Gaetana.”
Ángel Crespo, Dante y su obra, El Acantilado, pag 18, Barcelona 1999
Dante no bebió las mieles de la tranquilidad social. A diferencia de su antepasado Cacciaguida, a Dante le toco vivir en una ciudad inestable, convulsionada por los aconteceres políticos. A diario se ejercía el destierro, la persecución, los asesinatos, los señalamientos, las traiciones. En 1248, cuando faltaban diecisiete años para que Dante naciera, los jefes del partido güelfo fueron desterrados de Florencia, pero apoyados por el pueblo, regresaron diez meses después. Instalados otra vez en Florencia, no dieron tregua a sus enemigos, y emprendieron una persecución despiadada contra los gibelinos, pertenecientes casi todos a la aristocracia feudal, logrando expulsarlos en 1258.
Los gibelinos aguardaron pacientemente la revancha, afilaron sus rencores y su encono, y dos años después, celebraron una coalición con gibelinos oriundos de la toscana y nobles germánicos. Se enfrentaron a los ejércitos güelfos en la batalla de Montaperti. Los güelfos fueron traicionados por uno de sus hombres, Bocca degli Abati, a quien Dante encuentra en el círculo de los traidores (segunda zona del noveno círculo), quizás uno de los episodios más violentos del infierno y donde se exhibe una maestría narrativa y dramática ejemplar, porque el poeta pierde el control de sí mismo y se deja arrastrar por la cólera. Sucede así: el viaje por el Infierno está por terminar, Dante escucha una voz que le dice: camine con cuidado porque puede pisar las cabezas de los condenados. Dante se entera de que está en un lago helado. Allí están los traidores, seres ruines, asoman la cabeza como las ranas cuando sacan los hocicos del agua. Dante habla con algunos de ellos y cuando avanza le da una patada a una de las cabezas, el pecador se enfada y nombra la batalla de Montaperti, en ese momento Dante sospecha quién es y entra en cólera, le pide a su maestro Virgilio que espere, y toma por el pelo al condenado y empieza a arrancárselo para que se identifique, a lo que el pecador se niega, hasta que otro pecador le grita que es Bocca degli Abati:
“¿Y tú?”, me replicó, “¿Qué vas pateando
por la Antenora los ajenos rostros
usando aún más fuerza que los vivos?
Vivo estoy, respondí, y eso te puede
resultar útil: si deseas fama,
puedo incluir tu nombre en mis escritos
Y él me dijo: Deseo lo contario,
lárgate y no me des más la tabarra,
eres mal lisonjero en esta fosa.
Entonces lo cogí por el cogote:
¡O me dices, grite, cómo te llamas,
O no te va a quedar ni un solo pelo!
Y él replicó: aunque pelón me dejes
y me sigas golpeando la cabeza,
no te diré mi nombre ni aun por señas,
Yo le había agarrado los cabellos
y le había arrancado algún mechón;
él con l vista baja iba ladrando
cuando otro le gritó: ¿Qué pasa Bocca?
¿No te basta el batir de las mandíbulas
y ladras? ¿Qué demonios te sucede?
Yo dije: Ya no quiero que hables más,
traidor malvado: para tu vergüenza,
daré de ti noticias verdaderas.
Vete, me dijo, y cuenta lo que quieras.
Infierno XXXII, 88 -112
Papa Bonifacio VIII (1235-1303).
Foto: https://www.thefoodtellers.com/historias/setas-de-primavera-entre-santos-y-brujas/
Su inquisdor: El odio por Dante
Los orígenes del poder de quien le ordenó el destierro, hay que buscarlos cuando Dante tenía cumplidos 27 años, en 1292, época en que murió el papa Nicolás IV. Este fallecimiento convulsionó el escenario político, social y religioso de Europa, y como era normal, se inició un cónclave para elegir a quien ocuparía el santo Pontificado. Al igual que siempre, los electores estaban divididos, esta vez en dos bandos históricamente irreconciliables: los Colonna y los Orsini, quienes, en sus luchas por el poder, detuvieron la elección por dos años sin lograr un acuerdo.
Como siempre, hubo entre sombras algún turbio y ambicioso personaje pescando en aguas revueltas. Aprovechando la rivalidad de los Orsini y los Colonna, el Cardenal Benedicto Gaetani, recurriendo a la fe, trazó un plan para ser elegido candidato. Gaetani comunicó a los cardenales que el Espíritu Santo, preocupado por la ausencia de un líder católico que pusiera orden en las almas del mundo, le había hablado a través de un eremita, un carismático anciano dogmático, llamado Pedro Morone. Quiso la mala suerte, que el deán pensara más en el eremita que en Gaetani y opinando que Morone podía ser papa porque poseía fama de ser un hombre perfecto, un santo iluminado, marchó en peregrinación con otros religiosos de Perusa a las altas montañas donde habitaba. Lo encontraron dentro de una lugubre cueva. Lucía agotado y demacrado por los ayunos, abandonado y sucio. Arrodillados ante él, lo saludaron con el nombre de “Santidad” y fue elegido por unanimidad papa, con el nombre de Celestino V.
Muy pronto se enteraron de que aquel hombre perfecto, más que un santo era un fanático, pues sometió a los cardenales; atacó sus políticas y su pompa, la usual vida libertina, los excesos de riqueza y poder a los que estabn acostumbrados. Meses después, como si fuese una Sodoma, condenó a Roma como ciudad perniciosa de frailes decadentes, y no contento con establecer la sede en Nápoles, entregó las ricas posesiones de la Iglesia a monjes pobres. No contento con eso, anuló los banquetes y las reuniones celebradas en lujosos palacios, hizo que los cardenales renunciaran a sus bellas y jóvenes amantes, a quienes encerró en conventos. Sin contemplación alguna, vació las cuadras de finos caballos, se deshizo de los lujosos carruajes papales, montó en un asno como lo hiciera Cristo, y a todos los clérigos los hizo vestir como eremitas y los obligó a beber agua y comer un mendrugo entre el rumiar de largas oraciones.
Alarmados los Cardenales por las decisiones del eremita, instados por la ausencia de sus lujos y de sus amantes, cansados del sayo penitente, de roer el mendrugo y beber el agua a cambio de buen vino, y aduciendo la pronta ruina de la Iglesia, un día preguntaron a Gaetani si acaso el Espíritu Santo no se había manifestado de nuevo, y le dieron el poder para provocar acciones. La leyenda dice que el astuto Benedicto Gaetani taladró el muro de la celda del papa, y a medianoche cuando el eremita dormía, le susurró por entre el orificio: “Celestino, renuncia al papado, es un fardo demasiado pesada para ti” y Celestino decidió abdicar y así fue como Gaetani reclamó justicia ante los Cardenales, y pidió el solio pontificio, logrando ser elegido el Papa 193 de la Iglesia católica en diciembre de 1294 con el nombre de Bonifacio VIII, el Papa que desterró a Dante.
Bonifacio sin ser un Borgia, fue todo lo contrario a Celestino V. Era un hombre ruin, sin diplomacia ni escrúpulos, se creía pontífice y emperador, vestía fastuosos trajes de Oriente, usaba pieles y joyas, tenía concubinas, y ejercía el poder político. No tardó mucho tiempo en trasladar nuevamente la sede a Roma. Entre aplausos de los cardenales, les devolvió el lujo y sus amantes. Enfermo de paranoia y temeroso y para curarse de cualquier fantasía de Celestino el anacoreta, lo encerró en una celda de donde no volvió a salir. Es fama que antes de morir, el anciano le dijo: “brincáis como un zorro sobre el trono, reinaréis como un león, moriréis como un perro”.
Bonifacio VIII hizo un papado frio y triste como era su persona. Tuvo la mala suerte de tener bajo su papado la adversidad de la familia Colonna, quienes sabían que era un usurpador y lo acusaban de usar el papado para enriquecer a su familia. Bonifacio sabía que podían destituirlo y entonces lanzó contra los Colonna una infame cruzada; destituyó a los cardenales Colonna, los acuso de ser cómplices de los franceses, luego los persiguió haciéndolos huir a Palestina y hasta allá los alcanzó, destruyendo en su camino aldeas y pueblos de esa familia, y es por eso que Dante, en el Infierno lo dibuja cabeza abajo en unas rocas.
Como era de esperarse, no tardo el voluptuoso Papa en enfrentarse con Felipe IV el Hermoso, de Francia. La pugna tuvo como causa la pretendida tributación que Felipe quiso imponer al clero francés. El lacerante tributo dio lugar a riñas y enfrentamientos entre los eclesiásticos y los funcionarios reales, que derivó en los derechos sobre la propiedad de la tierra, donde los eclesiásticos salieron perdiendo. Es en ese punto donde interviene Bonifacio VIII. Quiere hacer valer su plenitudo potestatis y ataca con una bula Clericis Laicos, el 25 de febrero de 1296, donde prohíbe, bajo pena de excomunión, el cobro de los impuestos a la Iglesia sin el consentimiento papal. Felipe no lo dudó y respondió ignorando a Roma, y acto seguido redactó algunos edictos, con los cuales prohibía a los eclesiásticos y laicos la exportación de productos a Roma. Ante tal medida que hería de fondo la economía romana, Bonifacio cayó de rodillas y firmó un acuerdo, con el que reconocía al rey de Francia la potestad de fijar tributos al clero sin contar con la autorización del Papa, y como un guiño de buena voluntad, se vio humillado al ser obligado a canonizar a Luis IX, el abuelo de Felipe, en 1297.
Por supuesto que fue el hazmerreír de toda la Europa cristiana y más por los Colonna que no dejaban de tramar su caída. Herido en su orgullo y burlado en su poder, el acuerdo fue breve, pues cada uno recelaba del otro y deseaban romperlo. En el verano de 1301, encontraron el motivo. Felipe el Hermoso ordenó la detención de Bernard Saisset, obispo de Pamiers, acusándolo de traición. Bonifació alegó que solamente un Papa tenía la jerarquía de arrestar a un obispo y así la disputa fue a donde tenía que llegar, al centro puntual por el que discutían facciones como güelfos y gibelinos: si la jurisdicción suprema del rey estaba sobre el poder del Papa y no solo sobre sus súbditos, incluidos estaban también los miembros de las altas jerarquías eclesiásticas.
Bonifacio no tuvo tiempo, Felipe más que Hermoso era rápido y astuto y acto seguido, envió al legista del reino, Guillermo de Nogaret, de visita a Bonifacio, con una carta justificando la actuación del rey y así, complica la acusación inicial de traidor Saisset. Con ojos de furia, Bonifacio lee que el obispo Bernrd Saisset no solo es traidor ante los hombres, también es traidor de Dios. Con asombro, se entera que ahora se le tilda de hereje por haber afirmado que la fornicación no era pecado y que el sacramento de la penitencia era inútil. Sin pensarlo y resuelto a aplastar al rey de Francia, Bonifacio echa mano del poder de sus bulas, y convoca al episcopado francés y a Felipe a un sínodo a celebrarse en Roma el primero de noviembre de 1302. Pretende no solo dejar en claro la relación entre el poder temporal y la Iglesia, sabe que para triunfar sobre ese indeseable francés, es menester acusarlo como culpable de abusos contra la Iglesia, pero no cuenta con el arrojo del rey, quien responde acusándolo de herejía, ante los representantes del clero, de la nobleza y por primera vez, de la ciudad de Paris y esto constituye el nacimiento de los Estados Generales de Francia. No contento con esa medida, prohibió al clero francés la asistencia al sínodo de Roma, y convocó a un concilio para juzgar al papa.
Pero Bonifacio aún no está derrotado. Poseedor de un gran poder, logró que, aunque no asistieran franceses al sínodo se presentaran cuarenta obispos y seis abades. En este sínodo quedó claro que existían dos gobiernos, el espiritual y el temporal y que ambos pertenecían a la Iglesia. El uno lo dirige el papado y el otro los reyes, pero los reyes deben hacer uso de él, solo mediante la Iglesia y con el permiso del papa.
Harto del conflicto y cansado del anciano, Felipe volvió a responder, esta vez con la convocatoria del 12 de marzo de 1303. Una asamblea en el Louvre de Paris. El rey no podía aceptar que su poder estuviese limitado por el poder del papa, y así, apoyado por la familia Colonna que se encontraba refugiada en Francia, se atrevió a pasar los límites de su poder y acusó a Bonifacio de herejía, simonía, blasfemia y hechicería y para colmo de males, haber asesinado a al papa ermitaño Celestino V. Convocó a un concilio ecuménico para iniciar su procesamiento y encargó a Guillermo de Nogaret de su captura y traslado a Paris donde debía ser juzgado. Enterado el papa de estos fines, inicia la excomunión de Felipe, pero Nogaret y sus mercenarios no le dan tiempo, asaltaron sorpresivamente el palacio y lo apresaron. Tres días estuvo Bonifacio preso por los franceses, hasta que el pueblo se sublevó en su defensa y obligaron a sus captores a liberarle. Protegido por una escolta se trasladó a Roma y se refugió en el Vaticano. Tenía la intención de responder con un ataque al rey de Francia, pero no le alcanzaron las fuerzas y murió un mes después, el 11 de octubre de 1303, un año después de haber desterrado a Dante, quien en su Comedia logra lo que no pudo Felipe el Hermoso, y lo castiga y lo condena por el pecado de simonía.
En el canto XIX del Infierno, Dante y Virgilio han llegado a la tercera bolsa del octavo círculo; al lugar donde están aquellos que se enriquecen con los bienes materiales que da la fe, que no es otra cosa que el pecado de la simonía. El nombre del pecado deriva del texto de los Hechos de los apóstoles, donde se refiere a Simón el mago, oriundo de Samaria, que deseo comprar los poderes de san pedro y San Juán. Dante lo anuncia en el primer verso del canto que desarrolla en los dos primeros tercetos:
¡Oh, Simón mago, oh míseros secuaces
que las cosas de Dios, que deberían
casar con la bondad, vosotros, ávidos
Adulteráis a cambio de oro y plata,
es vuestro turno: hoy sonará la trompa
por los que estáis en la tercera bolsa.