CVI

CVI

“El nadaísmo sigue vivo porque Colombia no ha cambiado”

Armando Romero


El escritor, poeta, crítico y académico caleño Armando Romero, estuvo de visita en Univalle y habló con La Palabra de su vida, su obra, y de nadaísmo, movimiento al que estuvo ligado en su juventud y sería su escuela literaria.

Por: Redacción La Palabra




Armando Romero

Armando Romero


La Palabra: Una pregunta obligada: ¿Cómo te iniciaste en la literatura de la mano del nadaísmo?

Armando Romero: Mi escuela literaria fue el nadaísmo. Si yo no hubiera estado asociado al grupo nadaísta, me hubiera sido muy difícil emprender una carrera literaria, dado de que vengo de un grupo social en el que no habían libros ni mayor educación al respecto, y el movimiento nadaísta me permitió empezar a conocer a muchos escritores, poetas, narradores, etcétera, que fueron vitales y muy importantes. De manera que sí es muy importante el nadaísmo para mí como una escuela literaria.

LP: Hablemos de tu obra. La infancia es un tema muy importante en tu literatura y en tu poesía, lo cual me parece que se relaciona un poco con tu geografía espiritual, con Cali como tu referente.

AR: Sí, es cierto. La infancia está presente en muchos de mis poemas y es clave en el inicio de mi novela Un día entre las cruces. Para todo escritor la infancia es una parte realmente importante de su vida a la que vuelve para buscar fuentes de inspiración, pero también volver a ella para mí es una manera de permanecer en el país, porque para mí Colombia es mi niñez, mi adolescencia y mis primeros años como joven y adulto. Entonces esa combinación de la infancia y la adolescencia es muy importante para mí porque siento que estoy en Colombia otra vez.

LP: Hay una novela que escribiste en Grecia, pero que te trae a Cali y ahí inicia la trilogía con Un día entre las cruces, en la que haces no solamente una reconstrucción de tu infancia sino también de los primeros años de tu juventud e incluso de la generación con la que te relacionaste, los jóvenes nadaístas. Cuéntanos un poco de esa época y de los orígenes de tu familia.

AR: Vengo de una familia caleña muy antigua venida a menos, que paulatinamente dejó de ser clase media alta y pasó a ser clase media pobre. Mi padre fue empleado de correos nacionales y le tocó sufrir las grandes controversias y enfrentamientos políticos de la década de los 40 y los 50, después de la muerte de Gaitán, período medio dictatorial donde hubo muchas persecuciones políticas. Mi padre era liberal, de tal manera que tuvo que resistir el empuje de las fuerzas conservadoras que querían sacar lo del puesto, lo cual no sucedió porque mi padre era un criollo blanco, y en la guerra civil nuestra no se mataba fácilmente a un blanco; se mataban a los mestizos, a los negros, a los indios, pero a un blanco de ojos azules no se le mataba tan fácilmente. Mi padre se salvó, creo yo, por el color de su piel, no por otra cosa. Toda esa tensión que existía es la que se ve reflejada en mi novela Un día entre las cruces.

Armando Romero

Armando Romero
Foto: Centro Virtual Isaacs


LP: La segunda parte de la trilogía es la novela La piel por la piel, una novela muy bella en la que cuentas tu periplo por Venezuela, y cierras con La rueda de Chicago, que se relaciona con Un día entre las cruces por la búsqueda del primer amor. ¿Cómo concebiste y concretaste eta trilogía?

AR: Un día entre las cruces es una novela que queda prácticamente abierta, a pesar de que tiene un final catastrófico, porque hay cosas que no se resuelven y que quedan pendientes. La resolución de esto se va a dar en La rueda de Chicago, en la que el personaje principal se va a trasladar a Chicago para buscar a esa muchacha que lo ha acompañado en sus años de juventud nadaísta, que en la novela aparecen como los “camisas rojas”, uno de los primeros nombres con que se les llamó a los nadaístas.

LP: Háblanos de Cajambre, tu última novela.

AR: Esta novela es otra manera de regresar a la infancia, otra manera de volver al país, otra excusa para volver a estar aquí. Cajambre cuenta historias que suceden aquí en el Pacífico, abajo de Buenaventura, donde se explotaba la madera. En Cajambre traté de recrear al máximo el mundo afrocolombiano.

LP: ¿Cómo valoras el aporte que ha hecho el nadaísmo como movimiento cultural y literario en Colombia?

AR: En esto existe un poco de polémica porque yo pienso que definitivamente el aporte del nadaísmo todavía no se ha utilizado lo suficientemente bien como para que realmente impacte en la poesía colombiana. El aporte del nadaísmo sirvió de cierta manera para abrir muchas puertas durante la década del 70, pero su lucha cultural, no siendo este un movimiento literario sino un movimiento social, sirvió para que después algunos poetas y críticos muy inteligentes y muy capaces, pero también con una agenda propia, pudieran reacondicionar la dirección de la poesía colombiana en la función que a ellos les interesaba: la conservatización de la poesía.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba